La visión europea sobre una Europa Geopolitico Por Luis Francisco Rey Arroyo, coronel del Ejército de Tierra España (Artillería), DEM (ret.)

Este documento es copia del original que ha sido publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos en el siguiente enlace.

La guerra en Ucrania ha puesto en evidencia las luces y las sombras de la actual situación política de la Unión Europea (UE). Por un lado, la UE ha conseguido actuar de forma coordinada y coherente en esta crisis; por otro lado, las disensiones internas entre los Estados miembros, crean desconcierto y dan una imagen de debilidad y desunión a propios y extraños.

Gracias a un contexto geopolítico favorable y bajo el paraguas de seguridad de los Estados Unidos (EE. UU.), el concepto de seguridad de la UE basado en la interdependencia y la soberanía compartida en instituciones comunes ha sido viable y exitoso.

Sin embargo, en el contexto actual de competencia por la hegemonía mundial, esa fórmula de seguridad no parece ser tan viable, puesto que el idioma que utilizan las grandes potencias enfrentadas es el del poder, por lo que parece necesario que la UE (no cada uno de los 27 por su cuenta) pueda utilizar, para su propia seguridad y defensa, ese idioma sin ambages.

Asimismo, con independencia del resultado de la guerra, Rusia seguirá siendo una fuente de inestabilidad geopolítica por muchos años y la lucha de EE. UU. por mantener su hegemonía mundial puede desplazar ese paraguas de seguridad con el que Europa hasta el momento actual se ha protegido.

Introducción

Desde hace más de un lustro, con cada crisis, el debate —casi permanente sobre «geopolítica», «poder» o «autonomía estratégica»— se acentúa en el seno de la Unión Europea (UE).

En esta nueva crisis provocada por la guerra en Ucrania, las más altas autoridades políticas de la Comisión Europea, de forma reiterada y enérgica, anunciaron el
«nacimiento de la Europa geopolítica»1 y subrayaron la necesidad de que «la UE tiene que aprender a usar el idioma del poder»2. Pese a esa insistencia parece que, como en crisis anteriores, los hechos no coinciden con lo que se anuncia. La retórica de la Comisión y las posturas políticas de los Estados miembros no coinciden, pues estos últimos están condicionados, entre otras razones, por sus intereses políticos y económicos, sus distintos grados de percepción de la amenaza, su identidad nacional o su falta de identidad europea y sus puntos de vista sobre la pérdida de soberanía en política exterior y defensa3 que, previsiblemente y entre otras consideraciones, puede conllevar dar el paso hacia una Europa geopolítica.

Tras el primer aniversario del inicio de la invasión rusa en Ucrania es plenamente reconocida la determinación, constancia y firmeza con la que la UE está actuando de forma coordinada y coherente en esta crisis y nos empieza a transmitir la sensación de que ya no es necesario seguir alimentando a la supuesta «recién nacida Europa geopolítica».

En un momento histórico en el que los equilibrios geopolíticos están mutando, desde el ataque de Rusia a Ucrania en 2014, se ha puesto de manifiesto que la actual capacidad de disuasión de la UE no es suficiente para evitar la guerra en suelo europeo; parece necesario que la UE, como poco, deba estar totalmente cohesionada en política exterior, convenientemente dotada en el ámbito de seguridad y defensa, más unida políticamente, y debidamente organizada estructuralmente para afrontar los nuevos retos geopolíticos que le permita garantizar una disuasión creíble.

Por esa razón, parece oportuno preguntarnos si ¿es posible que se forje una «Europa geopolítica» que pueda dar una respuesta apropiada a esos retos o, por el contrario, se trata de algo inalcanzable y poco realista?

Además, sea cual sea el resultado de la guerra, Rusia seguirá siendo una fuente de inestabilidad geopolítica por muchos años.
Por ello, gane o pierda Rusia, una Europa geopolítica inconclusa y con EE. UU. fuertemente comprometido en el Indopacífico son escenarios posibles a los que Occidente en general y Europa en particular se pueden enfrentar.

Con esos escenarios en mente, en este trabajo se pretende analizar la problemática existente en la UE con respecto a su nacimiento como una entidad geopolítica con capacidad de ser un actor estratégico creíble, contestar a la pregunta antes formulada y estudiar las posibles transformaciones en ese ámbito que puedan afectar a Europa en un futuro.

Para ello, este artículo, en primer lugar, trata de analizar la situación existente en la UE sobre la «Europa geopolítica» y el «idioma del poder», posteriormente, se esbozan las transformaciones geopolíticas que confluyen en esta crisis y, por último, se enumeran unas conclusiones.

La «Europa geopolítica» y el «idioma del poder»

La reflexión «Europa se forjará en las crisis y será la suma de las soluciones adoptadas para esas crisis» que Jean Monnet —considerado uno de los padres de la UE— dejó en sus memorias parece estar de plena actualidad. Y así lo fue cuando, el 1 de marzo de 2022, en una histórica alocución ante el pleno extraordinario de la Eurocámara para debatir la invasión rusa de Ucrania, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad / vicepresidente de la Comisión (AR/VP) afirmó: «Creo que este es el momento en el que está naciendo la Europa geopolítica. Esa es la partida de nacimiento de la Europa geopolítica. El momento en que tomamos conciencia del reto al que nos enfrentamos. El momento en el que Europa debe hacer frente a sus responsabilidades…»4.

Si suponemos que la Brújula Estratégica (BE)5 fuera ese tímido primer paso hacia la Europa geopolítica, no será hasta 20256 cuando sabremos con certeza si hemos empezado de verdad esa andadura. Siendo optimistas y siguiendo una posible evolución, a ese ritmo, no sería hasta dentro de doce años cuando esa recién nacida empiece a hablar. En consecuencia, nos podríamos preguntar ¿cuál será el idioma que empleará?

Si de lo que se trata es de que la Unión Europea «haga frente a sus responsabilidades», es decir, que pueda ser un actor estratégico de primer orden, ese idioma no debe ser otro que el «idioma del poder»7.

Colin Hay8 en su artículo «Political theory and the concept of power» define el poder como «la capacidad de los actores —ya sean individuales o colectivos— de ‘tener un efecto’ sobre el contexto que define el rango de posibilidades de otros»9. En definitiva, un actor (individual o colectivo) tiene poder, cuando al ejercitarlo, posee la capacidad de lograr sus fines en comparación con otros actores con los que interactúa.

El idioma del poder es extraño al ideario primigenio de la Unión cuyo objetivo era reemplazar la política del poder —que trajo tantas guerras y conflictos en Europa— por el entonces nuevo concepto de seguridad basado en la interdependencia y la soberanía compartida en instituciones comunes.

Gracias a un contexto geopolítico favorable que se ha ido manteniendo desde la creación de la UE, ese concepto de seguridad —a la sombra de los EE. UU.— ha sido, hasta el momento, viable y exitoso.

Así las cosas, bajo el paraguas de seguridad de los EE. UU. y de su liderazgo global, Europa ha podido llevar a cabo su política en beneficio de su economía y de la expansión de sus ideales democráticos a la vez que se reducían sus capacidades militares de una forma abrumadora.

En la Estrategia Global de la Unión Europea (EUSG)10, publicada el 28 de junio de 2016, se aprecia un cambio de rumbo significativo con respecto a la narrativa que hasta ese momento se usaba. En cierta medida, la UE modera la postura reflejada en la Estrategia Europea de Seguridad (EES) de 200311 de influir y cambiar el entorno internacional. Esa política no llegó a funcionar de la forma deseada, debido a que pocos países vecinos mostraron interés en la idea de que a cambio de ayuda financiera y una potencial integración en la UE, debían comprometerse a realizar las debidas reformas democráticas y de mercado. Por ello, haciendo frente a la realidad del momento12 la UE pasó a reconocer la necesidad de «asumir una mayor responsabilidad en nuestra seguridad», desarrollar la política de defensa de la UE y tener «un nivel adecuado de ambición y autonomía estratégica».

En este sentido, es necesario aclarar que la UE tiene la gran desventaja de ser una organización internacional con veintisiete miembros que deciden sobre cuestiones de política exterior y de seguridad por unanimidad, lo que obviamente dificulta la toma de decisiones. En general, cada Estado miembro por sí solo puede decidir el envío de sus tropas al extranjero en unas pocas horas sin muchas restricciones internas o externas. En cambio, la UE, en su conjunto, para llevar a cabo ese mismo trámite requiere un largo proceso que implica múltiples fases de preparación y consulta, a lo que hay que añadir la alta probabilidad de que por el camino pueda ser bloqueado. Lo que significa que, en crisis urgentes, cuando se trata del empleo de la fuerza militar y cada minuto cuenta, la UE no parece ser un actor creíble.

En el contexto actual, en que el idioma utilizado por las grandes potencias es el del poder, parece imprescindible que la UE necesite que, en principio y como mínimo, su estructura y organización interna, su Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) y su Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD)13 se empezaran a alinear con lo que supondría dar ese paso para hacerse más fuerte geopolíticamente. Lo que en ningún caso podría significar que pretendiera desprenderse del vínculo transatlántico, ni que abandonara su ideario primigenio.

En la Brújula Estratégica que se publicó el 21 de marzo de 2022 y cuya redacción se vio afectada por la invasión de Ucrania, el 24 de febrero de 2022 (24F), hay bastantes medidas que pretenden fortalecer esa defensa, el detalle está en que estas se hacen a través de los Estados miembros o de la OTAN, pero no de la UE, cosa que deja claro que, independientemente de lo que digan las más altas autoridades de la Comisión, la realidad es que no hay voluntad de avanzar hacia esa supuesta Europa geopolítica.

Es más, en el texto de la BE de forma repetida se hace referencia al artículo 42, apartado 7, del Tratado de la Unión Europea14 relativo a la asistencia mutua entre Estados miembros, que ni es conocido por la mayoría de los europeos, ni su capacidad de disuadir a un agresor externo sea comparable al art. 5 del Tratado del Atlántico Norte, con el que, hasta cierto punto, se podría equiparar.

Las transformaciones geopolíticas

La toma de Crimea en febrero de 2014, la invasión del Dombás en agosto de ese año y la nueva invasión rusa a Ucrania el 24F son hechos que nos pueden hacer pensar que, en las áreas de influencia más próximas de la UE, el mundo no se ha movido de manera ostensible en la dirección que, hace veinte años, se pretendía en la Estrategia Europea de Seguridad (EES) de 200315 de «construir seguridad en nuestro vecindario» y expandir los «valores democráticos de la UE».

En concreto Rusia no ha ido en esa dirección, ha mirado hacia Asia y, de nuevo, ha traído la guerra a suelo europeo, es decir que, en este caso, no ha funcionado lo de
«construir seguridad en nuestro vecindario» ni lo de expandir los «valores democráticos de la UE», ni la disuasión para evitar la guerra.

Como parte integrante de la política exterior y de seguridad común de la Unión (PESC), la PCSD ha dado origen a estructuras políticas y militares internas de la Unión, lo que ha permitido misiones y operaciones militares y civiles en el extranjero.

Las dos grandes potencias, Rusia y China, vienen desafiando el orden internacional establecido desde hace años y perciben a Occidente en decadencia y débil.

Los desafíos que Rusia ha ido llevando a cabo durante el último decenio han ido aumentando progresivamente y con ellos sus ambiciones y motivaciones políticas. Estas, de una forma u otra, se han ido obviando por la UE, pensando primero que Rusia podría evolucionar hacia un sistema democrático Occidental y después que con sanciones económicas el problema se podría resolver. Sanciones que cuando se aplicaron como consecuencia de la intervención militar en Crimea en 2014, ni disuadieron a Rusia, ni impidieron que muchos miembros de la UE negociaran acuerdos comerciales y energéticos con ella.

Incluso desde antes de la intervención militar de 2014, esas relaciones comerciales y energéticas con los países de la UE han sido y están siendo utilizadas por Rusia como un instrumento para conseguir una ventaja geopolítica y militar, dado que, en vez de invertir la riqueza obtenida para evolucionar hacia un sistema democrático, la utilizaba para fortalecerse militarmente y llevar a cabo una estrategia geopolítica expansionista. Otros resultados históricos de ello fueron, por ejemplo: la ocupación de facto de Osetia del Sur y Abjasia, la guerra ruso-ucraniana 2014-2023…, y la intervención en Siria para apoyar a las fuerzas del presidente Bashar al-Asad.

Este último desafío ruso —la invasión rusa a Ucrania el 24F— por un lado ha creado un grave problema internacional, está poniendo en peligro la seguridad en Europa y ha erosionado uno de los cimientos en los que se apoyaron los fundadores de la Unión, que era el evitar nuevas guerras en suelo europeo; y por otro lado, ha fortalecido a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

A su vez, China también ha ido endureciendo sus actitudes con respecto a Occidente y ejercitando su poder como una gran potencia, ha usado todas las formas de coerción: políticas, económicas, cívico-militares y militares (reivindicaciones territoriales, aumento de su presencia militar y la creación de islas artificiales entre otras). Es decir, la República Popular actúa, al igual que Rusia, para transformar su entorno geopolítico.

El presidente Xi en el 20º Congreso del Partido Comunista Chino afirmó: «Nuestro país ha entrado en un período de desarrollo en el que las oportunidades, riesgos y desafíos estratégicos son concurrentes, y las incertidumbres y los factores imprevistos están aumentando […] Debemos ser más conscientes por tanto de los peligros potenciales, estar preparados para hacer frente a los peores escenarios…». Asimismo, resaltó la modernización del Ejército de Liberación Popular para convertirse en fuerzas de primer nivel antes del 2049.

China y Rusia han percibido amenazas de Occidente y comparten una relación política cada vez más estrecha. La amistad entre los líderes autoritarios de esos dos países, que concurren, como se ha citado anteriormente, en su visión negativa hacia un Occidente en declive y en sus deseos de resarcimiento por los agravios históricos, convierte esta situación en otro elemento de transformación geoestratégica a vigilar.

Esa unión de visiones y ambiciones de Pekín y Moscú complican los frágiles equilibrios geopolíticos en la actual competencia global por el poder con Occidente y nos acerca al mundo multipolar que Rusia y sobre todo China han estado desarrollando durante varios años y que viene a representar su lucha por la desvinculación geoestratégica del poder occidental.

Sin olvidar sus diferencias geográficas, históricas, raciales y culturales, es decir sus diferencias geopolíticas. No parece, en principio, que China y Rusia lleguen a tener una especie de alianza asiática emulando a la OTAN en la que un ataque armado contra una de ellas sea considerado como un ataque dirigido contra la otra.

En el momento actual, parece que Rusia y China mantienen esa unión de amistad de sus líderes que comparten las mismas visiones y ambiciones con respecto a Occidente. Al igual que antes del 24F, esos estrechos lazos se han puesto de manifiesto en el VII Foro Económico Oriental en Vladivostok16 y en la reunión XXII Reunión del Consejo de jefes de Estados miembros de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS)17 en Samarcanda. Conviene aclarar que la OCS no es ni una alianza político-militar intergubernamental como lo es la OTAN, ni representa una unión económica al estilo de la UE.

En este punto es necesario añadir que Putin y numerosas autoridades rusas, con cierta insistencia en los últimos años, están respaldando un ideario geopolítico que denominan «eurasianismo»18. De forma muy resumida, el «eurasianismo» que en la actualidad lo denominan «neoeurasianismo» es un movimiento político y cultural de Rusia que apoya una ideología que promueve la grandeza ruso-asiática.

Además, las sanciones económicas de Occidente con motivo de la guerra en Ucrania están impulsando un cambio de la orientación económica y política de Rusia, antes predominantemente europea, hacia una euroasiática. A la vez, entre otros factores, parece que les está haciendo evolucionar hacia una «gran asociación eurasiática». Lo que, de ser así, produciría un desequilibrio geoestratégico importante.

Poco a poco, parece que China irá apoyando la economía rusa a medida que su dependencia energética de Rusia sea mayor —puesto que podría convertirse en el mayor importador de petróleo y gas de Rusia— y llegue a consolidar su propio sistema de pago internacional. Lo que podría convertir a China en un actor geoestratégico comparable con EE. UU.

En esas circunstancias, el rol futuro de Rusia, bajo una fuerte dependencia de la economía y el sistema financiero chino, podría no coincidir exactamente con el que parece que publicita el presidente de Rusia, Vladimir Putin —el mundo ruso o «русский мир; Russkiy Mir»— para convertirse en realidad en un actor bajo la esfera de poder chino.

No obstante, en el contexto actual de transformaciones y competitividad geopolítica, todas esas tramoyas de alianzas pueden y deben interpretarse como parte de la guerra de la desinformación desarrolladas con el fin de engañar a los líderes políticos y a la opinión pública tanto Occidental, como global incluida la propia de la Federación rusa. Dado que no resulta verosímil que Rusia y China de una forma inminente vayan a unir sus fuerzas, ni que las relaciones entre Rusia y China hayan sido establecidas, en exclusiva, con el fin de contener a Occidente, habida cuenta la complementariedad económica entre una Rusia rica en recursos y una China ávida de materias primas y energía.

A este respecto, vigilar la deriva que pueda tomar esa asociación militar entre China y Rusia es una necesidad prioritaria pues en el caso de que siga reforzándose e incrementándose, podría llegar a comprometer seriamente los equilibrios geopolíticos y la seguridad internacional e incluso podría poner en jaque el entramado de alianzas de EE. UU. en Asia-Pacífico y en Europa. En fin, lo que no se puede pasar por alto son los riesgos reales que emanen de la cooperación militar y de seguridad entre Rusia y China.

Otro escenario posible y no menos preocupante sería un colapso de la Federación Rusa, que pudiera dar como resultado un Estado fallido. Expertos rusos como Andei Kolesnikov hablan de un posible «colapso total de todo» y el editor de Rusia y Europa del Este de The Economist, Arkady Ostrovsky en su artículo titulado «Russia risks becoming ungovernable and descending into chaos» afirma que «la guerra de Putin está convirtiendo a Rusia en un Estado fallido»19.

En consecuencia, esos escenarios por poco probables que pudieran parecer —puesto que números expertos vaticinan una salida negociada del conflicto— son, si cabe, los más peligrosos y por ello debemos estar preparados para poderlos afrontar.

Todo ello se complica si además tenemos en cuenta que en la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de los EE. UU. (ESN)20, adoptada por la Administración Biden el 12 de octubre de 2022, se deja claro que la guerra en Ucrania no ha supuesto ninguna alteración en la decisión de EE. UU. de priorizar su competición con China, pese a la amenaza que supone Rusia.

Es más, la ESN 2022 declara que en los «primeros años de esta década decisiva, se establecerán las condiciones de la competencia geopolítica y, al mismo tiempo, se acotará la ventana de oportunidades para afrontar los desafíos compartidos»; pone de manifiesto la intención de «configurar el orden internacional»; ve a China como «el único competidor con la intención de reformar el orden internacional y tener, cada vez más, el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para hacerlo»; establece a la región del Indopacífico como su terreno de juego prioritario en esa competición con China y, a su vez, subraya la necesidad de «contener a una Rusia peligrosa».

Conclusiones

La guerra en Ucrania ha puesto en evidencia las luces y las sombras de la actual situación política de la UE. Por un lado, tenemos la firmeza, la determinación, la rapidez y la unidad de acción con la que la UE está actuando de forma coordinada y coherente en esta crisis y, por otro lado, la falta de cohesión en política exterior, los graves déficits de capacidad militar, las disensiones internas y las diferencias entre el discurso político de las más altas autoridades de la Comisión defendiendo la «Europa geopolítica» y los hechos.

En efecto, la posible falta de voluntad política de los Estados miembros en dar ese salto que, unido a un insuficiente sentimiento de identidad europea de sus gentes y la aparente falta de liderazgo y convicción europeísta de los líderes de las principales potencias de la UE, hacen que sea muy poco probable que a corto o medio plazo la UE pueda forjar una «Europa geopolítica».

Asimismo, con independencia del resultado de la guerra, Rusia seguirá siendo una fuente de inestabilidad geopolítica por muchos años y entre los muchos resultados finales posibles —aunque pudieran ser considerados como poco probables— Rusia como vencedora de la guerra en Ucrania podría continuar con sus ambiciones geopolíticas invadiendo otros países de Europa y como perdedora, como afirman algunos expertos, podría acabar como un Estado satélite de China, o que pudiera llegar a ser un Estado fallido. Si a ello le añadimos que, en esas circunstancias, EE. UU. estuviera totalmente inmerso en su lucha de poder hegemónico con China, el futuro de Europa, sin una capacidad real de ser un único actor estratégico, no parece ser halagüeño.

Es más, la ESN 2022 deja claro que ahora para EE. UU. el Indopacífico es su terreno de juego prioritario y deja a Europa en un segundo orden de prioridad. Lo que implica que a medida que se vaya endurecido la competencia hegemónica entre las dos superpotencias y EE. UU. tenga que inclinar su balanza cada vez más hacia el Indopacífico, ese proceso de cambio geopolítico (ya patente) debería, en su caso, tenerse en cuenta para modular la velocidad con la que la UE deba evolucionar hacia una Europa geopolítica.

Luis Francisco Rey Arroyo, coronel del Ejército de Tierra (Artillería), DEM (ret.)

Referencias:

1 Para poner en su contexto y pese a la controversia relacionada con los distintos puntos de vista sobre
«geopolítica», a efectos de este trabajo, sin pretender definirla y de una forma muy escueta; comúnmente se acepta que la geopolítica viene a relacionar territorio, situación y medio ambiente (la parte «geo») con política y poder.

2 Josep Borrell ya en su audiencia de confirmación el 7 de octubre de 2019, mencionó la frase: «The EU has to learn to use the language of power» («La UE tiene que aprender a usar el idioma del poder»). Se prefiere traducir
«language» por «idioma» y no por «lenguaje».

3 Aunque ya hayan renunciado a su soberanía monetaria. Los países que aún no han adoptado la moneda única pero que se incorporarán a la zona del euro cuando reúnan las condiciones necesarias son Bulgaria, Chequia, Hungría, Polonia, Rumanía y Suecia. Dinamarca, en lo que respecta a la moneda única, optó por mantener su moneda nacional tras su adhesión a la UE.

4 Disponible en: https://www.eeas.europa.eu/eeas/russian-aggression-against-ukraine-speech-high- representativevice-president-josep-borrell-ep_en [consulta: 9/1/2023].

5 https://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-7371-2022-INIT/es/pdf [consulta: 9/1/2023].

6 BE: «A partir del análisis de amenazas revisado que realizaremos en 2025 y en función de la consecución de los objetivos clave previstos, el alto representante presentará propuestas para una posible revisión de la presente Brújula Estratégica».

7 https://www.europarl.europa.eu/news/es/press-room/20190926IPR62260/audiencia-con-el-candidato-a-alto- representante-josep-borrell [consulta: 9/1/2023].

8 Colin Hay es profesor de Ciencias Políticas en el Instituto de Estudios Políticos de París y profesor afiliado de Análisis Político en la Universidad de Sheffield, editor en jefe adjunto de la revista Comparative European Politics y director editorial de la revista New Political Economy.

9 HAY, Colin. «Divided by a Common Language: Political Theory and the Concept of Power», Politics. 17(1), 1997, pp. 45-52, p. 50.

10 https://eeas.europa.eu/archives/docs/top_stories/pdf/eugs_es_.pdf [consulta: 9/1/2023].

11 https://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-15895-2003-INIT/en/pdf [consulta: 9/1/2023].

12 En aquel momento: en el este de Europa, se vulneró el orden de seguridad europeo; al mismo tiempo, el terrorismo y la violencia causaron estragos en el norte de África, Oriente Próximo, y en la propia Europa.

13 La política común de seguridad y defensa (PCSD) ofrece un marco de la Unión en el ámbito de la defensa y la gestión de crisis, incluidas la cooperación y la coordinación en materia de defensa entre los Estados miembros.

14 Art. 42, apdo. 7: «Si un Estado miembro es objeto de una agresión armada en su territorio, los demás Estados miembros le deberán ayuda y asistencia con todos los medios a su alcance, de conformidad con el
artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas. Ello se entiende sin perjuicio del carácter específico de la política de seguridad y defensa de determinados Estados miembros».

15 https://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-15895-2003-INIT/en/pdf [consulta: 15/1/2023].

16 El objetivo del foro es fomentar la inversión en el Extremo Oriente ruso y el establecimiento de vínculos comerciales entre Rusia y los países de la región de Asia-Pacífico.

17 La OCS fue fundada en 2001 por China, Kazajistán, Kirguistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán, para discutir asuntos económicos y de seguridad en Asia Central, con un enfoque hacia la lucha contra el terrorismo y el fortalecimiento de los vínculos comerciales. Tras recorrer un largo camino, ha llegado a convertirse en la organización regional más grande del mundo, concentrando más de la mitad de la población de nuestro planeta.

18 MOSTAFA, G. «The Concept of ‘Eurasia’: Kazakhstan’s Eurasian Policy and its Implications», Journal of Eurasian Studies, 4(2). 2013, pp. 160–170. Ver apartado 3 Russian Eurasianism. https://doi.org/10.1016/j.euras.2013.03.006 [consulta: 15/1/2023].

19 https://www.economist.com/the-world-ahead/2022/11/18/russia-risks-becoming-ungovernable-and-descending- into-chaos [consulta: 31/1/2023].

20 https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2022/11/8-November-Combined-PDF-for-Upload.pdf [consulta: 15/1/2023].

PUBLICADO EN ATALAYAR

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico (R)

por Thierry Meyssan

Muchos observadores están pronosticando una nueva guerra mundial. Y es cierto que algunos grupos se plantean la posibilidad de un conflicto y se preparan para ello. Sin embargo, los Estados son razonables y en realidad se plantean más bien una “separación amigable”, una división del planeta en dos mundos diferentes, en dos mundos separados: un mundo unipolar y un mundo multipolar. Pero no es imposible que estemos viviendo un tercer escenario, un escenario donde el «Imperio estadounidense» simplemente se derrumba, como su rival soviético en el pasado.

Los «straussianos estadounidenses», los «nacionalistas integristas ucranianos», los «sionistas revisionistas» israelíes y los «militaristas» japoneses desean una guerra generalizada. Pero están solos y no son movimientos de masas. Por ahora, ningún Estado va por ese camino.

Alemania, con 100 000 millones de euros, y Polonia, con muchos menos dinero, han emprendido un gran proceso de rearme. Pero ninguno de esos dos países parece impaciente de medirse con Rusia.

Australia y Japón también están invirtiendo en armamento. Pero ninguno de esos dos países dispone de un ejército autónomo.

Estados Unidos no logra reclutar la sangre fresca que necesita para renovar las filas de sus fuerzas armadas y tampoco logra crear armas nuevas. Sólo se limita a mantener la producción en serie del armamento concebido en los años 1980. Pero todavía cuenta con el arma nuclear.

Rusia ya modernizó sus fuerzas armadas y ahora se organiza para renovar los volúmenes de munición que está utilizando en Ucrania y para producir en serie sus nuevas armas, con las que nadie puede competir por ahora. China está por su parte en medio de un proceso de rearme, con vista a garantizar la seguridad en Extremo Oriente y, a largo plazo, para garantizar también la protección de sus rutas comerciales. Mientras tanto, la India comienza a verse a sí misma como una potencia marítima.

En medio de este panorama no se vislumbra quién pudiera desear una Guerra Mundial ni quién pudiera ser capaz de desatarla.

Contrariamente a lo que afirman en sus discursos, los dirigentes franceses no están preparándose en lo absoluto para una guerra de alta intensidad [1]. La ley francesa de programación militar, adoptada para 10 años, prevé la construcción de un portaviones nuclear, pero al mismo tiempo reduce las fuerzas terrestres. Eso indica que los gobernantes franceses quieren incrementar las posibilidades de «proyección» de las fuerzas armadas de Francia, mientras dejan de lado la defensa del territorio nacional. París sigue razonando como una potencia colonial mientras que el mundo se torna multipolar. Estamos viendo una situación clásica, los generales se preparan para la guerra pasada mientras ignoran la realidad que ya está a las puertas.

La Unión Europea está poniendo en aplicación su «Brújula Estratégica». La Comisión Europea coordina las inversiones militares de los países miembros de la UE. En la práctica, todos siguen el mismo juego pero todos persiguen objetivos diferentes. La Comisión Europea, por su parte, trata de asumir el control de las decisiones sobre el financiamiento de los ejércitos nacionales, decisiones que hasta ahora dependían de los parlamentos nacionales. Eso pudiera permitir la construcción de un imperio, pero no permite declarar una guerra generalizada.

Es evidente que cada país sigue su propio juego. Pero, exceptuando a Rusia y China, ninguno está preparándose para una guerra de alta intensidad.

Lo que estamos viendo es más bien una redistribución de las cartas. Este mes, Washington envía a Europa a Liz Rosenberg y Brian Nelson, dos especialistas de las medidas coercitivas unilaterales –las mal llamadas «sanciones»–, cuya misión consiste en obligar los aliados de Estados Unidos a obedecer [2]. Según la fórmula acuñada por George Bush Jr. al inicio de la «guerra contra el terrorismo», Liz Rosenberg y Brian Nelson recordarán a los “aliados” europeos que para Washington «¡quien no está con nosotros, está contra nosotros!»… o sea contra los intereses estadounidenses.

Sobre Liz Rosenberg hay que decir que es eficaz y que carece de escrúpulos. Fue ella quien se encargó de dinamitar la economía siria, condenando millones de sirios a la miseria porque la República Árabe Siria se atrevió a resistir y a derrotar a los matones del Imperio yanqui.

Los discursos de pistolero del Far West hollywoodense al estilo de George Bush Jr., los razonamientos en términos de “buenos y malos”, están fracasando con Turquía, país que ya vivió la intentona golpista de 2016 y el terremoto del 6 de febrero de 2023. En Ankara ya saben que no hay nada bueno que esperar de Washington y Turquía ya está pleno acercamiento a la Organización de Cooperación de Shanghái.

Pero esa retórica parece tener posibilidades de funcionar con los europeos, todavía fascinados por la ilusión de poderío que aún logra proyectar Estados Unidos. Claro, ese poderío está en plena decadencia… pero los europeos también lo están. En Europa nadie parece haber sacado todavía la enseñanza más que evidente de la voladura de los gasoductos Nord Stream y Nord Stream 2 –construidos con la participación conjunta de Rusia, Alemania, Francia y Países Bajos. Las víctimas occidentales no sólo aceptaron el golpe sin chistar sino que incluso bajan la cabeza y aceptan pasivamente otros castigos por crímenes que no cometieron.

El resultado es que vamos hacia un mundo divido en dos bloques: de un lado estarán la superpotencia estadounidense y sus vasallos y del otro lado tendremos el mundo multipolar. En términos de población, el bloque occidental viene siendo un 13% de la población mundial mientras que el mundo multipolar representa el 87%.

Las instituciones internacionales ya casi no pueden funcionar y podrían cayendo en un letargo o siendo disueltas. Los primeros ejemplos que nos vienen a la mente son la salida de Rusia del Consejo de Europa [3] y los asientos vacíos de los países de Europa occidental en el Consejo del Ártico durante el año de la presidencia rusa. Otras organizaciones simplemente pierden su razón de ser, como la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) que supuestamente debía hacer posible el diálogo este–oeste. Y sólo el interés que Rusia y China todavía conceden a la ONU puede preservarla a corto plazo, aunque Estados Unidos ya sueña con convertirla en un club reservado sólo para sus aliados.

También habrá cambios en el bloque occidental. Alemania fue hasta ahora el líder económico del continente europeo. Pero, para cerrar el camino a cualquier posibilidad de un acercamiento alemán a Rusia, Washington quiere que Alemania se circunscriba al oeste de Europa y deje el centro en manos de Polonia. Así que Alemania y Polonia están en pleno rearme para imponerse en sus zonas respectivas de influencia. Pero, cuando el astro estadounidense comience a declinar, es muy posible que Alemania y Polonia acaben luchando entre sí.

En sus momentos finales, la Unión Soviética abandonó a sus aliados y vasallos. Al comprobar que ya no era capaz de resolver los problemas, la URSS puso fin a su apoyo económico a Cuba y luego abandonó a sus vasallos de Pacto de Varsovia, antes de llegar a su derrumbe final. Hoy estamos viendo el inicio de ese mismo proceso.

La primera guerra de Estados Unidos en el Golfo Pérsico, los atentados del 11 de septiembre de 2001 y todas las guerras estadounidenses en el Medio Oriente ampliado, la expansión territorial de la OTAN y el conflicto ucraniano sólo habrán aportado tres décadas más de vida al imperio estadounidense. Pero la existencia de este último se apoyaba fundamentalmente en la de su rival soviético, cuya desaparición priva al imperio estadounidense de su razón de ser. Así que ya es tiempo de que también desaparezca.

Thierry Meyssan

El director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, aborda en la columna del Club de La Pluma los tres principales errores geopolíticos de Occidente en este momento de traspaso mundial de poder, desde la hegemonía de EEUU hacia la multipolaridad liderada por China y afianzada por el Sur Global, que está provocando cambios tectónicos históricos, a pesar de la cortina de humo del aparato de propaganda occidental.

EL PRIMER GRAN ERROR fue creer -como antesala de debilitar a China- que podía destruir primero a toda una potencia nuclear como Rusia, en una guerra Proxy, de guerrillas y a distancia, utilizando y sacrificando un “país amigo” como Ucrania. EL SEGUNDO fue declarar la guerra económica a China cuando es su primer e insustituible socio comercial, del que depende absolutamente y del cual ya no se puede desacoplar. Y EL TERCER ERROR garrafal fue su tradicional torpeza, violenta e imperial, en Oriente Medio, que cada día más es un poderoso bloque económico, social, cultural, demográfico y religioso, además de poseer junto a Rusia, la mayoría de las fuentes energéticas del planeta, siendo que el déficit energético del “mundo rico” es el gran agujero negro que acecha a su supervivencia.

También -y en primer lugar- analiza con datos y realismo, la exagerada parafernalia por el ingreso de Finlandia a la OTAN, transmitida con bombos y platillos por la prensa occidental y las serias consecuencias que sufrirá ese país por las complicaciones en el transporte comercial de su más famosa marca comercial.

Luego, Pereyra Mele se extiende en la lastimosa y tergiversada visita de Macrón a China, mientras las calles de París ardían por la ira de millones de franceses. Entiende que el presidente galo hizo el ridículo -como un penoso cadáver político- al pedirle a China que no aporte armamento ni tecnología a Rusia, cuando unos días atrás, el propio Xi Jinping había dado un rotundo respaldo a Pútin. De lo que se deduce que este viaje fue apenas un desfile de empresarios europeos rogando desesperadamente hacer negocios con el gigante asiático.

Finalmente resalta el reciente anuncio de la OPEP+ de reducir la producción de petróleo, lo cual repercutirá en los precios de los productos elaborados por los países industriales y que pondrán presión a la ola inflacionaria que sufren sus sociedades. También nos habla de las tensiones en Taiwán y de las últimas ocurrencias de Zelesky y su futurología de fantasiosas victorias inexistentes.

En suma, un cúmulo de factores que actúan como una pinza contra Occidente, y que sumados a los errores estratégicos analizados en esta columna, van hundiendo al Imperio en un desesperado clima de fracaso terminal, como también a sus esfuerzos por mantener su hegemonía mundial, mientras solo le queda la temeraria carta de la violencia bélica.

Eduardo Bonugli (Madrid, 09/04/23)

Alberto CruzCEPRID

El 4 de febrero de 2022 China y Rusia, Rusia y China, firmaron un documento (1) que no solo era un muy serio toque de atención a Occidente, sino un cambio de juego total: la declaración conjunta brindaba un apoyo total a Rusia, respaldaba su demanda de garantías de seguridad y se oponía a la expansión de la OTAN. Se debería haber leído con detenimiento porque, entre otras cosas, se hablaba de una coordinación en el Consejo de Seguridad de la ONU, en la defensa del derecho internacional y el rechazo al «orden basado en reglas» que quiere imponer EEUU.

Es decir, había un compromiso real de China de mitigar y/o ayudar a Rusia frente a las sanciones con que amenazaba, ya entonces, el Occidente colectivo. Sanciones que, según el derecho internacional, son ilegales (2).

El ese documento se recogía, no con tanto énfasis como lo anterior, el fortalecimiento de los vínculos no solo políticos, sino económicos, especialmente de petróleo y gas por parte de Rusia y la construcción de un nuevo gasoducto, el «Poder de Siberia 2» en un plazo de tres años.

Con el apoyo chino, Rusia ya anunciaba que no iba a retroceder en absoluto y no se iba a dejar intimidar. Hay una cuestión a notar en el documento: China eludía hablar de Ucrania (aún no había comenzado la “operación especial” rusa), incluso de Crimea, mientras que Rusia sí hablaba de Taiwán. Una clara concesión rusa que permitía a China seguir manteniendo su estrategia de no involucrarse en cuestiones internas.

Por lo tanto, y en el peor de los casos, China no iba a criticar lo que hiciese Rusia ante las provocaciones de EEUU y la OTAN. Y no lo iba a hacer porque quedaba claro ya entonces que EEUU se las veía y deseaba para impedir el afianzamiento de Eurasia como el eje sobre el que está pivotando el siglo XXI. Así hay que interpretar lo ocurrido en Afganistán, en Irán, en Kazajistán e, incluso, en Corea del Norte. Que este país esté haciendo pruebas de armas una tras otra no se entiende si no se ve en esta perspectiva y, sobre todo, el que Rusia y China tumban en la ONU un intento de más sanciones por ello. Corea del Norte cuenta, por acción y por omisión, con el apoyo de Rusia y de China en ello porque, además, es una forma de advertir a EEUU que tiene muchas grietas. Porque si EEUU enreda con Ucrania o Taiwán, sensibles para Rusia y China, estos dos países podían, y pueden, hacer lo mismo en Corea del Sur o Japón, por poner dos casos, que son sensibles para EEUU.

El que en este documento se apostase por el derecho internacional era ya una señal fuerte para Occidente, que lo desprecia si no le es conveniente. Era la señal definitiva para un Nuevo Orden Multilateral en el que Occidente deja de tener poder e influencia. Textualmente: «Los dos países buscan proteger la arquitectura internacional impulsada por las Naciones Unidas y el orden mundial basado en el derecho internacional, buscar una multipolaridad genuina con las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad desempeñando un papel central y de coordinación». Es decir, le están diciendo a Occidente que se acabaron sus aventuras extra-ONU (Yugoslavia, Irak, Libia, Kosovo, Siria) y que apuestan decididamente por la «democratización de las relaciones internacionales». Esa declaración conjunta lo decía de forma muy clara y precisa: «las relaciones internacionales ingresan en una nueva era».

La visita de Xi

Occidente, en su patológica prepotencia, no se dio por enterado porque, de haberlo hecho, habría significado que estaba listo para unirse al proceso de transformación del mundo en el que ya no tienen la hegemonía.

Un año después -y una guerra que no es guerra oficialmente porque ni Rusia la ha declarado ni Ucrania ha hecho lo propio, y con una propuesta de paz presentada por China que ha sido rechazada de plano por el Occidente colectivo- esa alianza entre China y Rusia, Rusia y China, se ha fortalecido y ha dejado muy, pero que muy preocupado a Occidente, que ha entrado en un estado de pánico y de histeria por lo que ya se constata: lo que hace un año se afirmó que era una “asociación sin límites”, ahora se refuerza y se constata. Ya no hay vuelta atrás.

Occidente lo ha visto tarde, y pretendió parar este proceso, que culminó con la histórica visita de Xi Jinping a Rusia (y no al revés, lo que ya es de por sí indicativo) este pasado mes de marzo, con la bufonada de la Corte Penal Internacional acusando a putin de criminal de guerra. Fracasó. Se intentó pararla con las amenazas a China sobre el envío de armas. Fracasó también, no porque las haya enviado, sino porque China está en otra onda, como bien han recibido y notado los países no occidentales. China representa paz, Occidente representa guerra. Esta es la realidad incómoda para el Occidente colectivo y sus famosos «valores». Los «autócratas» (nueva neolengua occidental)están por la paz, los «demócratas» están por la guerra.

Occidente está ahora mismo arrinconado por la propuesta china, que ha rechazado y que está haciendo todo lo posible por desprestigiarla. Pero no puede. Ha perdido ya tanto terreno que es imposible. Pero Occidente, en su ceguera, sigue y sigue negando la realidad. Es como los niños cuando se tapan los ojos, que creen que si ellos no ven, tampoco se les ve a ellos. Y así vemos cómo desde Occidente se ha repetido que con esta visita “Rusia se ha entregado a China porque, como está aislada a nivel internacional, no le queda otra opción”. Por supuesto, no hay que dejar que la realidad te estropee una buena historia, o una buena histeria.

La realidad es muy diferente. Esta visita ha terminado con la firma de una nueva declaración conjunta (23 de marzo) que lleva el nombre de “Profundización de la asociación estratégica integral de coordinación en la nueva era» (3) y que ya lo dice todo: “asociación estratégica integral” (lo de “sin límites” de la firmada hace un año) y “coordinación en la nueva era” (ya de sa por hecho el mundo multipolar y el fin de la hegemonía occidental).

De ella hay algunos aspectos a reseñar, como la mención expresa a EEUU y la inexistencia de Europa, a la que no se refieren ni una sola vez. Para China y Rusia, Europa es irrelevante a nivel geopolítico y a lo sumo -en el caso chino-, contraparte económica.

Se repite el llamado a cumplir el derecho internacional en contra del mantra occidental de «orden basado en reglas»; se han firmado suculentos acuerdos comerciales, como la aceleración de la construcción del gasoducto Poder de Siberia 2 a través de Mongolia; se ha confirmado que ya el 65% del comercio bilateral entre Rusia y China se hace en sus propias monedas… y la bomba soltada por Rusia: «Rusia tiene la intención de crear su propio sistema de suministro de energía alternativa, que será beneficioso para casi toda la población del mundo. Es la gran oportunidad para 7.000 de los 8.000 millones de personas del planeta». Obsérvese que se deja fuera expresamente a los famosos «mil millones de oro», es decir, a la población de Occidente. Si esto último va en serio, es el fin definitivo de la hegemonía occidental.

Reciprocidad, lo que no entiende Occidente

Se ha dicho también en Occidente que esta visita de Xi pone de relieve que Rusia ha sido absorbida por China. No es lo que dicen los datos económicos, favorables a Rusia, y si no es así en términos económicos, al menos por ahora, tampoco lo es en términos geopolíticos y militares.

Por partes: se ha llegado a un punto en el que es bastante difícil para China proteger no solo sus intereses en el mundo, sino su seguridad, sin el apoyo de Rusia.

Rusia está ganando un tiempo precioso para China en el país 404, antes conocido como Ucrania. Cuanto más tiempo esté Occidente entretenido aquí, menos podrá enredar con Taiwán. Esto es tan evidente que es una de las razones por las que Occidente está presionando al país 404, antes conocido como Ucrania, para su famosa contraofensiva.

Hay más: China necesita a Rusia como parte de su nueva política global, ya que los dos coinciden en impulsar un nuevo orden multipolar fuera de la hegemonía de Occidente. Aquí China ha cambiado, y lo ha hecho gracias a Xi Jinping. Hasta ahora se mantenía en una posición de ser superpotencia económica manteniendo un perfil bajo en política exterior, pero se ha dado cuenta que eso no es efectivo si no participa, con fuerza, en la cuestión política mundial. Por eso China dio un vuelco a su política tradicional e impulsó la presencia diplomática en todo el mundo. Su penúltimo éxito ha sido la reanudación de relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Irán, dos países con buenas relaciones con Rusia, por otra parte.

Como centro de fabricación del mundo, China necesita recursos energéticos y esos los tiene Rusia, ya el principal proveedor de petróleo y gas de China. Dos cosas importantes: ambos son baratos y sin complicaciones en términos de seguridad de suministro porque los dos países tienen fronteras terrestres. Esto cobra un especial relieve después del ataque occidental al gasoducto Corriente del Norte 2.

Y algo tan importante como lo anterior: tecnología militar. China considera que solo logrará la paridad militar estratégica con EEUU en 2027, pero las amenazas de EEUU sobre Taiwán, el decir que hará guerra dentro de un par de años, etc., indica que para EEUU (y para Occidente) el tiempo se acaba, por lo que hay que acelerar los plazos. Y para eso China necesita ayuda que solo puede obtener de Rusia, especialmente en aviación (todavía los motores son rusos) y en misiles hipersónicos de largo alcance. Además, China es el único país que cuenta con el sistema de defensa anti-misiles ruso S-500.

El impulso de los BRICS,la OCS y la desdolarización

En esa “coordinación en la nueva era” están jugando un papel los BRICS y a la importancia que chinos y rusos dan a esta estructura, así como a la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS). Se están creando nuevas estructuras internacionales de forma clara (BRICS contra G-7) y se está dando impulso a la desdolarización a gran escala.

Uno de los datos que lo refuerzan es que los BRICS superan en Producto Interior Bruto al fantasmagórico G-7. Cuando se habla de «los países más ricos del mundo», refiriéndose al G-7, no es cierto. El PIB de los BRICS, 31’5% del total mundial, supera al del G-7 (30’7%) basándose en la paridad del poder adquisitivo.

Por una parte, Egipto ha sido aceptado formalmente como nuevo miembro del banco de los BRICS, el Nuevo Banco de Desarrollo, y en la cumbre de este próximo verano se va a abordar el ingreso, con plazos, de Argentina, Irán y Argelia. Es más que probable que antes del ingreso oficial de estos países haya un periodo de transición en lo que ya se conoce como BRICS+, países que sin formar parte de forma oficial, sí lo hacen de forma oficiosa y coordinan sus políticas al estilo de lo que sucede con la OPEP+.

En paralelo, Arabia Saudita aprobó la última semana de marzo el memorando de entendimiento para ser admitido como socio de diálogo de la OCS, una decisión que la acerca mucho más a Rusia y China, sobre todo a este último país puesto que tras la visita de Xi Jinping a Riad en diciembre del año pasado ha supuesto un movimiento tectónico saudí, admitiendo que va a estudiar el comercio de petróleo en otras monedas que no sean el dólar y firmando un acuerdo entre el Banco Nacional de Arabia y el Banco de Exportación e Importación de China para la utilización del renminbi tanto en préstamos como en comercio. Es, sin la menor duda, el primer paso para el pago en renminbis del petróleo saudita.  Ya hay pasos que van en esa dirección, como la primera transacción de un envío de gas a China pagado en renmimbis, todo ello negociado a través de la Bolsa de Shanghái y siguiendo los precios de esta bolsa, no los de Occidente.

Al mismo tiempo, Brasil se acaba de unir al Sistema Interbancario de Pagos de China (CIPS), la alternativa china al SWIFT occidental. Eso significa que Brasil y China van a comerciar en sus propias monedas, con lo que se refuerza la internacionalización del yuan, y abandonan el dólar en su relación comercial.

Gramsci dijo que la crisis se produce cuando lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir, y que en ese interregno se producen monstruos. El monstruo es Occidente, que se deshace y lo hace destruyendo, lo nuevo ya ha nacido aunque aún está en la niñez y tras la asociación entre China y Rusia, Rusia y China, se puede afirmar que está entrando en la adolescencia.

Notas

(1) http://en.kremlin.ru/supplement/5770

(2) Las únicas sanciones legales, según el derecho internacional, son las impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU. El resto son consideradas sanciones unilaterales y, por lo tanto, contrarias al derecho internacional.

(3) https://www.mct.gov.cn/whzx/szyw/202303/t20230323_940847.htm

Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor.

FUENTE https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2787 

Cristian Galindo de Radio Sputnik entrevista a Pereyra Mele

El secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, podría ser retirado de su cargo tras tener «infracciones éticas e irregularidades», según como lo señalan varios legisladores del Congreso de EEUU, quienes han pedido que se sancione y destituya al funcionario de la OEA, si se comprueban las acusaciones.

En una carta presentada al secretario de Estado de los EEUU, Antony Blinken y al embajador para la OEA Francisco Mora, por los congresistas estadounidenses, se solicita que se intensifiquen las investigaciones que se llevan en contra del secretario general de la OEA.

AUDIO

A Almagro se le acusa de haber promovido asensos y beneficios a una funcionaria, de quien se dice tenía relaciones sentimentales con el director de la OEA, por lo que se habría violado el reglamento ético de esta entidad.

Pero esto no sería por lo único que se le estaría juzgando a Almagro, esto debido a los señalamientos en su contra por ser el responsable de la crisis política en Bolivia en el año 2019, cuando el funcionario declaró que en el país se había cometido un fraude electoral, lo que resulto en la destitución forzada del presidente Evo Morales, como se describe en el documento.

Además de otros escándalos que vinculan a Luis Almagro con la corrupción institucional y con anteriores lideres latinoamericanos.

Pero igualmente, el retiro de Almagro podría utilizarse como propaganda para cambiar la ya mala imagen de esta organización ante los países de América Latina, quienes ven a la CELAC mejores ventajas de integración sin la influencia de Washington.

Pero para ver un poco más sobre este tema, tenemos en nuestro espacio al Director de Dossier Geopolítico, al señor Carlos Pereyra Mele, quien nos explicara más respecto a esta situación.

«Es evidente que el desgaste de este hombre (Luis Almagro), ha sido tremendo, pues como todos sabemos ha apoyado absolutamente todas las fórmulas que ha presentado EEUU contra los gobiernos latinoamericanos que no se doblegan totalmente ante sus distintas posiciones, (…). Por lo tanto creo que EEUU está intentando lavarse la cara, lavarse las manos, de personajes que realmente no le son ya útiles, o no le pueden ser útiles en los organismos que ellos controlan y dominan», menciono Carlos Pereyra Mele.

Y agrego «mediante esa fórmula, le daría una nueva pincelada, una nueva cara a esta OEA, que evidente es un organismo como todos los organismos creados luego de la segunda guerra mundial, simplemente para funcionar dentro del esquema de la guerra fría».

Por Aleksandr Duguin Geopolitica.ru

El nuevo concepto de política exterior es un acto fundamental en el proceso de descolonización de la propia Rusia, liberándola del control exterior.

El 31 de marzo, el presidente ruso Vladimir Putin aprobó un nuevo concepto de política exterior. Este documento puede considerarse el acuerdo final de aquellos cambios en la conciencia geopolítica y cívica de las autoridades rusas que comenzaron hace 23 años con la llegada de Putin al poder. Sólo que ahora, en esta versión, la doctrina de la política exterior rusa adquiere un aspecto marcadamente contrastado e inequívoco. Esta vez es inequívoca y sin ambigüedades.

Es un verdadero programa de acción abierto de una gran potencia continental soberana que declara su visión del próximo orden mundial, sus parámetros y fundamentos y, al mismo tiempo, expresa la férrea voluntad de construir esta misma arquitectura a pesar de cualquier nivel de confrontación con quienes tratarían de impedirlo rígidamente e imponer a Rusia un plan exterior, hasta e incluyendo un ataque nuclear preventivo.

La columna vertebral de la soberanía estratégica en todos los aspectos

El concepto introduce y utiliza todos los términos fundamentales coherentes y congruentes con la teoría del mundo multipolar y la interpretación euroasiática de la esencia civilizadora de Rusia. De este modo, la victoria de los defensores de la vía soberana de la existencia histórica de Rusia ha quedado finalmente consagrada en un documento clave de política estratégica. Tan plena e inusitada claridad y coherencia en la redacción y las definiciones es, sin duda, el resultado de la guerra con el Occidente colectivo, que ha entrado en una forma directa y feroz, en la que está en juego la propia existencia de Rusia. Y no sólo ganar, sino simplemente conducir una guerra así sin principios, reglas y actitudes claras es sencillamente imposible.

El nuevo concepto establece claramente las reglas que Rusia acepta y con las que está de acuerdo. Además, las formula por primera vez. Estas reglas se oponen directamente a la estrategia globalista, al unipolarismo y a la teoría liberal de las relaciones internacionales. Mientras que antes Rusia intentaba encontrar formulaciones de compromiso que reflejaran tanto el deseo de soberanía como la búsqueda de un compromiso con Occidente, ahora es diferente: Rusia es un Estado mundial, un país continente que es una civilización independiente, con sus propias orientaciones, objetivos, orígenes, valores, con su propia identidad inmutable que no depende de ninguna fuerza externa. Por mucho que los occidentales y los liberales rusos lucharan contra la «vía especial», ahora se ha convertido en ley y es la principal disposición de política exterior. Los disidentes tendrán que aceptarla u oponerse abiertamente a ella.

El 31 de marzo de 2023, los patriotas, los euroasiáticos y los partidarios de la plena soberanía civil lograron probablemente la victoria más impresionante y visible de la era postsoviética. Triunfó la idea de una vía euroasiática rusa en política exterior. El concepto fue desarrollado en el Ministerio de Asuntos Exteriores y firmado por el Presidente. Sobre este arco se asienta ahora el sujeto ruso: la columna vertebral de la soberanía estratégica en todos los aspectos.

La adopción de un concepto tan serio e internamente coherente requerirá también los correspondientes cambios en la doctrina militar, así como un enorme trabajo organizativo para alinear las instituciones del poder ejecutivo, así como la educación y la información, con las completamente nuevas líneas de poder. El Consejo también tiene un papel que desempeñar en este proceso.

Si ahora el país no se limita a seguir su particular camino ruso, sino que lo declara explícitamente, entonces, en esencia, todo cambia. Ni siquiera coquetear con Occidente y sus «reglas» y «criterios» tiene sentido. El Occidente liberal y globalista ha aislado a Rusia de sí misma y, además, ha entrado en confrontación militar directa con ella. Con su nueva doctrina de política exterior, Rusia no hace sino corregir este estado de cosas.

Se han quitado las máscaras: estamos decididamente a favor de un mundo multipolar, mientras que a los que están en contra, que pretenden preservar a toda costa el orden mundial unipolar, no se les llama «socios», «colegas» o «amigos», sino enemigos directos, contra los que Rusia está dispuesta a lanzar un ataque nuclear preventivo si es necesario.

De este modo, todo el entramado de la política exterior y los procesos que se desarrollan en la escena internacional han cobrado protagonismo y se han vuelto completamente simétricos. Las élites globalistas del Occidente moderno no ocultan su intención de destruir a Rusia, de derrocar y llevar ante la justicia a su líder, de destruir cualquier iniciativa hacia un mundo multipolar. Están suministrando masivamente armas a los neonazis ucranianos y fomentando la rusofobia en todas partes, otorgándose el derecho a actuar como les parezca en cualquier parte del mundo.

Rusia les está respondiendo finalmente de la misma manera. Comprendemos sus intenciones y su lógica. Pero la rechazamos totalmente. Tenemos la intención de defender nuestra existencia y soberanía por cualquier medio, estamos dispuestos a luchar por ello y a pagar cualquier precio.

El concepto de política exterior adoptado se basa en una posición fundamental: Rusia se proclama:

  • «un Estado-civilización distintivo»,
  • «una vasta potencia euroasiática y europacífica»,
  • un eje en torno al cual «el pueblo ruso y los demás pueblos están unidos»,
  • el núcleo de una especial «comunidad cultural y civilizacional del mundo ruso».

Este es el punto principal. Es la respuesta a una pregunta que no es tan sencilla como parece: ¿quiénes somos? De esta autodefinición se deriva la multipolaridad en la que se basa todo lo demás. Si es una civilización, no puede formar parte de otra civilización. Por tanto, Rusia no forma parte de la civilización occidental (como se argumentaba en versiones anteriores del concepto de política exterior), sino que es una civilización independiente, soberana y no occidental, es decir, el mundo ruso. Este es el principio fundamental en el que se basa la política exterior rusa a partir de ahora.

El largo camino hacia una civilización soberana

Putin ha recorrido un largo camino en 23 años, desde los primeros intentos, cautelosos pero decididos, de restaurar la soberanía de Rusia como Estado, perdida casi por completo en la década de 1990, reconociendo que Rusia (aunque soberana) forma parte del mundo occidental, de Europa (de Lisboa a Vladivostok) y, en general, comparte los valores, normas y actitudes occidentales, hasta el choque frontal con el Occidente colectivo, rechazando abiertamente su hegemonía, negándose a reconocer sus valores, principios y normas como universales y estrictamente aceptados por Rusia.

La firma de Putin el 31 de marzo de 2023 con el nuevo concepto de política exterior significa que se ha superado definitivamente el camino de un Estado soberano en el contexto de una civilización liberal globalista occidental común a una civilización soberana, el mundo ruso y un polo independiente. Rusia ya no es Occidente. Occidente fue el primero en proclamarlo, lanzando una guerra de aniquilación contra nosotros. Después de un año de la OME nosotros también lo afirmamos. No con pesar, sino con orgullo.

En la anterior definición de Rusia hay cuatro niveles, cada uno de los cuales representa el concepto más importante en política exterior.

La afirmación de que Rusia es un Estado civilizado significa que no se trata de un simple Estado-nación según la lógica del sistema de Westfalia, sino de algo mucho más grande. Si Rusia es un Estado civilizado, no debe compararse con un país occidental o no occidental concreto, sino con Occidente en su conjunto, por ejemplo. O con otra civilización-estado, como China o la India. O simplemente con una civilización representada por muchos Estados (como el mundo islámico, América Latina o África). Una civilización-estado no es sólo un estado muy grande, es como los antiguos imperios, los reinos de reinos, un estado de estados. Dentro de la civilización-estado puede haber varias entidades políticas, incluso bastante autónomas. Según K. Leontiev, se trata de una complejidad en ciernes, no de una unificación lineal, como en los Estados-nación comunes de la Nueva Era.

Al mismo tiempo, sin embargo, se describe a Rusia como una «vasta potencia euroasiática y europacífica», es decir, como un fuerte Estado soberano de dimensiones continentales. Los euroasiáticos se refieren a ella como un «Estado continental». El adjetivo «vasto» no se utiliza como puramente descriptivo. La verdadera soberanía sólo puede ser poseída por potencias «vastas». Aquí vemos una referencia directa a la noción de «vasto espacio», que es un componente necesario de la soberanía estratégica por derecho propio. Una potencia que no cumpla estos requisitos no puede ser verdaderamente soberana. El carácter euroasiático y europacífico de Rusia apunta directamente al pleno reconocimiento de la geopolítica euroasiática y sus disposiciones básicas. Rusia-Eurasia en la filosofía euroasiática es un concepto opuesto a la interpretación de Rusia como uno de los países europeos. El propio término «potencia» debe interpretarse como sinónimo de imperio.

Muy importante es la referencia al pueblo ruso y a otros pueblos que comparten con los rusos su destino histórico, geopolítico y civilizatorio. El pueblo ruso se convirtió en un pueblo de diversas tribus eslavas orientales, fino-úgras y túrquicas precisamente en el proceso de construcción histórica de la nación. Al construir un Estado, la nación también se construyó a sí misma. De ahí el vínculo indisoluble entre los rusos y su independencia y condición de Estado. Pero, al mismo tiempo, es también una indicación de que el Estado fue creado por el pueblo ruso, preservado y sostenido por él.

La introducción del concepto de «mundo ruso» en el cuerpo del concepto de política exterior es muy reveladora. El Estado nunca coincide -salvo raras excepciones- con las fronteras de la civilización. Alrededor de sus fronteras establecidas hay zonas de intensa influencia desde el principio de la civilización. El mundo ruso es un área histórica y cultural circunscrita, que ciertamente pertenece a Rusia como civilización, pero que no siempre forma parte del poder ruso. En algunos casos, con relaciones armoniosas y amistosas entre los países, el mundo ruso puede existir armoniosamente a ambos lados de la frontera. Pero en presencia de conflictos interestatales, el Estado civilizado, que es lo que es Rusia (según este concepto de política exterior), tiene todos los motivos para defender su civilización y, en los casos más críticos, ignorar las propias fronteras. Así pues, el concepto del mundo ruso en el contexto general de la definición de Rusia aclara la lógica de sus acciones en el espacio postsoviético y, en particular, confiere al Nuevo Orden Mundial legitimidad doctrinal y validez ideológica.

Occidente ha perdido su derecho moral al liderazgo

Todo lo demás se deriva de la definición principal del estatus de Rusia como civilización soberana. Al no sentir ya la necesidad de ajustarse al Occidente global, Moscú, en su nuevo concepto de política exterior, ataca directa y duramente el eurocentrismo, rechaza la hegemonía occidental y equipara la globalización con un nuevo ciclo de imperialismo y colonialismo.

El texto del concepto afirma que el centro de la humanidad se está desplazando constantemente hacia regiones no occidentales del planeta: Asia, Eurasia, África, Iberoamérica.

El desequilibrado modelo de desarrollo mundial, que durante siglos garantizó un crecimiento económico superior al de las potencias coloniales apropiándose de los recursos de los territorios y Estados dependientes de Asia, África y el hemisferio occidental, se está convirtiendo irreversiblemente en cosa del pasado. La soberanía y las oportunidades competitivas de las potencias mundiales no occidentales y de los líderes regionales se han visto reforzadas.

Esta es la esencia del multipolarismo. Occidente no sólo ha perdido la capacidad técnica para seguir siendo el hegemón mundial en política, economía e industria, también ha perdido el derecho moral a liderar.

La humanidad vive una época de cambios revolucionarios. Continúa la formación de un mundo más equitativo y multipolar.

En este contexto, se declara positiva la aspiración de Rusia de seguir reforzando la multipolaridad, cooperar activamente con otros Estados de la civilización (principalmente China e India) y apoyar plenamente diversas alianzas y asociaciones de integración regional.

Para ayudar a adaptar el orden mundial a las realidades de un mundo multipolar, la Federación Rusa tiene la intención de dar prioridad (… ) al fortalecimiento del potencial y al aumento del papel internacional de la asociación interestatal BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), la Comunidad de Estados Independientes (CEI), la Unión Económica Euroasiática (UEE), la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), la RIC (Rusia, India, China) y otras asociaciones interestatales y organizaciones internacionales, así como mecanismos con una participación significativa de Rusia.

El mundo se está volviendo irreversiblemente multipolar, pero el viejo orden unipolar no va a rendirse sin luchar. Esta es la principal contradicción de la era moderna. Explica el significado de los principales procesos de la política mundial. Explica el concepto de que el Occidente liberal y globalista, al darse cuenta de que los días de su liderazgo están contados, no está dispuesto a aceptar las nuevas realidades y, en plena agonía, comienza a luchar desesperadamente por la conservación de su hegemonía.

Esto explica la mayoría de los conflictos mundiales y, sobre todo, la política hostil de las élites occidentales hacia Rusia, que se ha convertido objetivamente en uno de los polos más evidentes y coherentes del orden multipolar. Precisamente porque Rusia se ha declarado un estado de civilización, negándose a reconocer la universalidad del orden mundial occidental y sus reglas, es decir, el modelo unipolar del orden mundial, se ha convertido en objeto de ataque de Occidente, que ha construido una amplia coalición de países hostiles a Rusia y se ha fijado directamente el objetivo de privar a Rusia de su soberanía.

Los Estados Unidos de América (EE.UU.) y sus satélites, viendo el fortalecimiento de Rusia como uno de los principales centros de desarrollo del mundo moderno y considerando su política exterior independiente una amenaza para la hegemonía occidental, han utilizado las medidas adoptadas por la Federación Rusa para proteger sus intereses vitales en Ucrania como pretexto para agravar su propia política antirrusa de larga data y han desencadenado un nuevo tipo de guerra híbrida. El objetivo es debilitar a Rusia de todas las formas posibles, incluso socavando su papel creativo como civilización, su poder, sus capacidades económicas y tecnológicas, limitando su soberanía en política exterior e interior y destruyendo su integridad territorial. Este camino de Occidente se ha vuelto omnímodo y está consagrado en la doctrina.

Frente a esta confrontación, que es el contenido principal de la transición del unipolarismo al multipolarismo, mientras Occidente intenta por todos los medios retrasar o interrumpir esta transición, Rusia, como Estado-civilización soberano, como polo mundial multipolar estable y fiable, ya establecido, declara su firme intención de no desviarse del camino elegido, cueste lo que cueste.

En respuesta a las acciones hostiles de Occidente, Rusia tiene la intención de defender su derecho a existir y desarrollarse libremente por todos los medios disponibles.

Esto, por supuesto, incluye el derecho a utilizar contra el enemigo (que en las circunstancias actuales es el Occidente colectivo, que pretende mantener la unipolaridad a toda costa y extender su hegemonía) en caso de ataque directo y también con fines preventivos cualquier tipo de arma, hasta las armas nucleares y de desarrollo avanzado. Si la existencia misma de la Rusia soberana y del mundo ruso se viera amenazada por un peligro mortal, Rusia está dispuesta a llegar hasta donde sea necesario en este caso.

Condiciones para la cooperación

El nuevo concepto identifica también las condiciones para la normalización de las relaciones con los países occidentales. Se hace especial hincapié en los países anglosajones, especialmente hostiles a Rusia en esta escalada. Una asociación renovada sólo es posible si los países occidentales hostiles y sus satélites renuncian a la rusofobia. En realidad, se trata de un ultimátum, en el que se pide a Occidente que acepte las condiciones de la multipolaridad, porque la esencia de la rusofobia en el contexto geopolítico no es más que la obstinada negativa de las élites globalistas occidentales a reconocer el derecho de los Estados civilizados soberanos a seguir su propio camino. Esta es la única razón por la que Rusia lucha hoy en Ucrania. Sin control sobre Ucrania, como todo geopolítico sabe, Rusia no tendrá plena soberanía geopolítica y civilizatoria.

Este es el significado del mundo ruso, que no coincide con las fronteras de los estados-nación, pero cuando se forma el polo y la transición a la civilización-estado, sus partes no pueden permanecer bajo el control de las estructuras geopolíticas hostiles. Amistoso y neutral – sí (como demuestra el ejemplo de la Unión Bielorrusa), y entonces su soberanía nacional no se vea amenazada. Al contrario, Rusia está dispuesta a actuar como garante y contribuir a su fortalecimiento de todas las formas posibles, económica, política y militar-estratégicamente. Pero cualquier intento de separar una parte del mundo ruso de la Rusia continental será reprimido por todos los medios. Y esto es exactamente lo que está ocurriendo ahora.

Prioridades, vectores y objetivos finales

La segunda parte del concepto de política exterior describe estrategias específicas para desarrollar las relaciones entre Rusia y las regiones del mundo: la integración euroasiática del espacio postsoviético, la construcción de una asociación prioritaria con China, India, el mundo islámico, África y América Latina. En cada área se destacan prioridades, vectores y fines. El discurso a Occidente es discreto. Pero bajo las pesadas fórmulas diplomáticas, es fácil leer lo siguiente:

Si los pueblos de Occidente encuentran la fuerza para levantarse y abandonar la dictadura de una élite hegemónica maníaca que está llevando a la civilización al abismo, para proponer verdaderos líderes y llevar al poder a las fuerzas que defenderán verdaderamente sus intereses nacionales, no encontrarán mejor amigo y aliado que Rusia. Sin embargo, Rusia no desea ayudar activamente interfiriendo en los procesos internos de la vida política de los países hostiles y subraya su respeto por cualquier opción soberana de las sociedades occidentales. Rusia también tiene una respuesta adecuada en caso de enfrentamiento directo con potencias hostiles si éstas cruzan la línea fatal. Pero sería mejor que nadie la cruzara.

La nueva versión del concepto de política exterior es un acto fundamental en el proceso de descolonización de la propia Rusia, su liberación del control externo.

Para que sus disposiciones se tomen en serio, ya es necesario alinear las actividades del Ministerio de Asuntos Exteriores y las instituciones educativas básicas (especialmente el MGIMO, que sigue dominado por paradigmas completamente diferentes), reformar Rossotrudnichestvo y Mundo Ruso, y promover nuevas corrientes de diplomacia pública que reconozcan a Rusia como civilización soberana, como el Movimiento Rusófilo Internacional (MRI), pero la afirmación de Rusia como Estado civilizado tiene una importancia grande y decisiva también para la política interior. Al fin y al cabo, no se puede actuar como un Estado civilizado en política exterior y seguir formando parte de un sistema liberal centrado en Occidente, compartiendo sus planteamientos, valores y principios en política interior sin dejar de ser soberano. La política exterior siempre está estrechamente vinculada a la política interior. Y es aquí donde Rusia, para defender su soberanía, tendrá que emprender serias y profundas reformas en un futuro próximo. Si podemos decir con certeza que tenemos una política exterior soberana, todavía no se ha comprendido adecuadamente la necesidad de una política interior soberana.

FUENTE: https://www.geopolitika.ru/es/article/el-concepto-de-politica-exterior-como-apoteosis-del-multipolarismo-y-el-catecismo-de-la 

Conor GallagherNaked CapitalismTraducido para el CEPRID por María Valdés

El acuerdo de distensión entre Riad y Teherán podría ser una gran victoria no solo para Oriente Medio, sino también para proyectos más grandes que busquen una mayor integración de la gran Eurasia.  Si se implementa el acuerdo, la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China podría convertirse en un componente clave del futuro económico tanto de Arabia Saudita como de Irán. El acercamiento también podría generar dividendos para el proyecto del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC), que se extiende desde San Petersburgo hasta Mumbai en India a través de Azerbaiyán (o el Mar Caspio) e Irán y cruza el Mar Arábigo. El corredor «a prueba de sanciones» conecta el subcontinente indio con Rusia sin necesidad de pasar por Europa y, al mismo tiempo, es un 30% más barato y un 40% más corto que las rutas existentes.

Tras el anuncio del acuerdo de acercamiento entre Arabia Saudita e Irán negociado por China, el presidente del Comité de Asuntos Internacionales de la Duma Estatal de Rusia, Leonid Slutsky, elogió el acuerdo y explicó cómo se corresponde con el concepto de seguridad colectiva de Rusia para la región del Golfo Pérsico. Prestó especial atención al INSTC,  diciendo: “En este sentido, considero estratégico el proyecto del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur, que se convertirá en el factor clave de retroalimentación positiva para la seguridad, la estabilidad y el desarrollo en esta región tan importante. El lanzamiento del Corredor se convertirá en un hito no solo en la logística, sino también en la política y en la arquitectura de seguridad de la Gran Eurasia, se convertirá en la superestructura económica más importante sobre la base estratégica, lograda en Beijing”.

El INSTC se anunció a principios de la década de 2000, pero el progreso fue lento hasta hace poco, cuando las acciones de Occidente lo pusieron a toda marcha. La sanción a Moscú y Teherán y la separación de Europa de la energía rusa crearon el incentivo para acelerar las inversiones de las partes interesadas clave. Las autoridades de Teherán se dan cuenta de su centralidad en la ruta comercial India-Rusia, y teniendo en cuenta que las importaciones de India desde Rusia se cuadruplicaron el año pasado, se puede deducir la ventaja potencial para Irán. Con un impulso de inversión de Rusia, Teherán ha estado tratando de acelerar la finalización de redes ferroviarias mejoradas que se conectarán con las vías férreas existentes de Rusia y Azerbaiyán y el puerto de Chabahar en el sureste de Irán.

Sin embargo, el principal impedimento para que el INSTC alcance todo su potencial sigue siendo la infraestructura iraní. Gran parte del tránsito de mercancías en el INSTC todavía tiene lugar en las carreteras de Irán. Gran parte del ferrocarril de Irán es de vía única, y los servicios regulares de trenes de contenedores desde Moscú a Irán tienen que depender del transbordo.

El gobierno de Teherán está tratando de priorizar la mejora de la capacidad portuaria, la infraestructura ferroviaria y vial, las terminales de transporte y la modernización de su flota de transporte. La Cámara de Comercio, Industrias, Minas y Agricultura de Irán también está iniciando un nuevo centro Transporte Internacional por Carretera en la ciudad portuaria sureña de Bandar Abbas para acelerar el procesamiento de las cargas en tránsito. Sin embargo, existe una clara necesidad de una mayor inversión en infraestructura de transporte, lo que ha sido difícil debido a las sanciones de Estados Unidos a Irán.

El ministro de Finanzas de Arabia Saudita, Mohammed Al-Jadaan, dijo el 15 de marzo que las inversiones saudíes en Irán podrían ocurrir “muy rápidamente” luego del acuerdo para restablecer las relaciones diplomáticas. Agregó que no ve ningún impedimento mientras Teherán respete los términos de los acuerdos.

Cualquier trato económico de Arabia Saudita con Irán socavaría las sanciones estadounidenses impuestas para presionar a Teherán, si no las violaría por completo. Con decenas de miles de millones de dólares en activos iraníes bloqueados en todo el mundo, la perspectiva de inversiones saudíes podría impulsar el INSTC y ayudar a mantener la paz entre Riad y Teherán.

El deseo de China de mantener la paz también podría atraer inversiones. Scott Ritter escribe “Con China proporcionando capital de inversión generador de infraestructura a través de su Iniciativa Belt and Road, la nueva distensión entre Irán y Arabia Saudita podría convertirse en una relación económica regional que suplante las relaciones de defensa lideradas por Estados Unidos que han definido la política de Oriente Medio durante décadas”.

China tendría que sortear las sanciones estadounidenses para aumentar las inversiones en Irán, pero los dos países ya han encontrado una solución alternativa para continuar con el comercio de petróleo, y la mayoría se renombró como de un tercer país. Si China aumentara sus inversiones en Irán, marcaría un cambio. Del  Informe de la Ruta de la Seda: “Rusia ahora ha superado a China como el mayor inversor en Irán. Esto sigue al conflicto de Moscú con Ucrania desde fines de febrero del año pasado, como resultado del cual Irán y Rusia han fortalecido sus lazos económicos y de inversión. Los Emiratos Árabes Unidos, Afganistán, Turquía y China son los siguientes mayores inversores. Aunque se esperaba que China en Irán fuera el principal inversor, Beijing redujo su exposición en 2022 y se concentró más en invertir en la infraestructura de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, como centros logísticos, instalaciones fronterizas, etc. que facilitarían sus propias capacidades de exportación a Irán. y la región. (…) Los flujos de inversión extranjera a Irán han disminuido desde 2012-13, cuando el volumen se situó en 4.500 millones de dólares estadounidenses. El nivel más bajo se registró en 2015-16 con solo 945 millones. (…) Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, Irán atrajo un estimado de 1.425 millones de dólares en inversión extranjera directa en 2021 para registrar un aumento de alrededor del 6% en comparación con 1.342 millones en 2020. En 2022, sin embargo, y a pesar de las sanciones, el volumen total de inversiones atraídas a Irán alcanzó los 5.950 millones de dólares estadounidenses. De esta cifra, las empresas chinas invirtieron solo unos 185 millones de dólares”.

Además, el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, Ali Shamkhani, anunció que Teherán concluyó un acuerdo con los Emiratos Árabes Unidos para facilitar el movimiento comercial entre los dos países utilizando la moneda emiratí, el dirham.

Emiratos Árabes Unidos no ha confirmado ningún acuerdo de este tipo, ya que entraría en conflicto con las sanciones de Estados Unidos, que han creado una crisis financiera en Irán. Teherán espera que mejores lazos con los países árabes del Golfo Pérsico puedan ayudar a reducir esa presión. Queda por ver hasta dónde llegarán estos países para proporcionar a Irán un salvavidas económico.

Pero si las relaciones diplomáticas y económicas entre los miembros del CCG e Irán continúan mejorando, podría significar el final de los esfuerzos de EEUU.para aplicar la “máxima presión” sobre Teherán y otro clavo en el ataúd de la influencia de EEUU en la región. También consolidaría la posición de Irán como nexo clave en nuevas rutas comerciales globales como el BRI de China y el INSTC.

Estados Unidos, al tratar de ejercer la máxima presión económica sobre Irán y Rusia, insinuando que China es el siguiente, y el desafortunado tope del precio del petróleo, solo ha ayudado a impulsar la integración de Rusia, China, Irán, Arabia Saudita y más.

A pesar de todas las sanciones y la presión occidental sobre los países para aislar a Moscú, el comercio ruso está en alza. Irán está ansioso por sacar provecho de su posición entre India y Rusia, que están aumentando rápidamente su volumen comercial. Ruscon, un proveedor líder de logística de transporte multimodal en Rusia, ha ampliado significativamente su red de servicios en contenedores desde el puerto de Novorossiysk en el Mar Negro hasta Nhava Sheva y Mundra en el oeste de India a medida que los volúmenes aumentan rápidamente. La compañía, una subsidiaria de Deli Group, ahora ha aumentado sus despliegues de tonelaje de un barco a cuatro barcos para proporcionar una frecuencia de navegación semanal en la ruta. Además, se ha introducido una parada adicional en el puerto de Jeddah de Arabia Saudita. La rotación del servicio ya incluye una escala en el Puerto de Estambul en Turquía.

Rusia comenzó a exportar diesel a Arabia Saudita en febrero después de que la UE promulgó su embargo sobre las importaciones marítimas de petróleo ruso. Ahora se espera que los saudíes exporten el diesel ruso a otros países después de un poco de refinación.

El transportista de contenedores marítimos más grande de Rusia, Far Eastern Shipping Co., también agregó recientemente una ruta directa de Novorossiysk a Nhava Sheva. Y muchos otros países se están involucrando y proporcionando embarcaciones después de que las sanciones occidentales obligaron a los operadores principales regulares a detener las operaciones dentro y fuera de Rusia. Incluso el New York Times  admite a regañadientes: “Ami Daniel, director ejecutivo de Windward, una empresa de datos marítimos, dijo que había visto cientos de casos en los que personas de países como los Emiratos Árabes Unidos, India, China, Pakistán, Indonesia y Malasia compraron embarcaciones para intentar instalar lo que parecía ser un marco comercial no occidental para Rusia”.

Las importaciones indias de petróleo crudo desde Rusia  alcanzaron  un récord de 1,6 millones de barriles por día en febrero, más de un tercio de las importaciones indias y más que las importaciones combinadas de los proveedores tradicionales Irak y Arabia Saudita.

India ha estado obteniendo ganancias  vendiendo  el petróleo refinado a los EEUU y la UE, que no pueden comprar directamente a Rusia debido a las sanciones. La misma historia está ocurriendo en el norte de África, que  compra crudo ruso  y  aumenta los suministros  a Europa como solución a las sanciones.

Las exportaciones rusas de trigo y fertilizantes también  aumentaron  en 2022 a pesar de las sanciones, gran parte de las primeras se dirigieron a la región de Medio Oriente y África del Norte, que es el principal destino de las exportaciones de alimentos de Rusia. Gran parte del fertilizante fue a la India.

Irán y Rusia están cooperando para construir barcos y embarcaciones en el Mar Caspio. En octubre, Irán  anunció  la disposición de Moscú a permitir el paso de barcos iraníes por el río Volga. Rusia no había permitido anteriormente que los barcos extranjeros utilizaran el río Volga o el canal Volga-Don, pero si se implementa el acuerdo, Irán tendrá acceso al río más largo de Europa y tendrá acceso al canal Volga-Don, que proporciona la conexión más corta entre el Mar Caspio y el Mediterráneo.

Para ver de nuevo cómo las sanciones occidentales están resultando contraproducentes y solo acercando a los países, en su informe «Perspectivas económicas regionales», el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD), dice que el crecimiento del PIB de Kazajstán en 2022 alcanzó el 3,4 % en lugar del 2 % previsto anteriormente. Parte de eso se ha debido a las sanciones, con un aumento en los ingresos por la reexportación a Rusia de computadoras, electrodomésticos y electrónicos, componentes eléctricos y electrónicos. Las exportaciones de bienes no energéticos de Kazajstán a Rusia en 2022 aumentaron un 24,8 % y ascendieron a 18 900 millones de dólares. Una reunión del Consejo Intergubernamental de la Unión Económica Euroasiática celebrada a principios de febrero de este año mostró que la situación económica en todos los estados miembros es estable y que el comercio mutuo está creciendo. Las sanciones contra Rusia en realidad contribuyen significativamente a este crecimiento, lo que significa que especialmente para los miembros de la UEEA, así como para países como China e India, el atractivo de Rusia como socio económico ha crecido.

India, Turquía y Egipto se encuentran entre los países que están discutiendo acuerdos de libre comercio con la UEEA. E Irán firmó uno en enero. El impulsor principal para la integración Irán-UEEA es mejorar la infraestructura de transporte y logística de Irán, es decir, el INSTC.

La importancia del INSTC y su vínculo con el Corredor Medio, que permite que el tráfico ruso se dirija hacia el este a través de Kazajstán a China y viceversa, está creciendo para incluir a toda la región. En una conferencia de prensa conjunta con el secretario de Estado de los EEUU, Anthony Blinken, en febrero, el ministro de Relaciones Exteriores de Kazajstán, Mukhtar Tleuberdi, dejó en claro que la participación económica de la UEEA es fundamental para Astana, y que Kazajstán no optaría por no participar en un acuerdo tan beneficioso para complacer a los EEUU.

Fue solo otro recordatorio de cómo todo esto representa la creciente integración de los países euro-asiáticos y la disminución de la influencia de EEUU..

FUENTE: https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2788 

Vijay PrashadTricontinental

El 20 de marzo de 2023, el presidente de China, Xi Jinping, y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, mantuvieron una conversación privada durante más de cuatro horas. Según declaraciones oficiales posteriores a la reunión, los dos líderes hablaron sobre la creciente asociación económica y estratégica entre China y Rusia, incluida la construcción del oleoducto Power of Siberia 2, y la iniciativa de paz china para la guerra en Ucrania. Putin dijo que «muchas de las disposiciones del plan de paz presentado por China están en consonancia con los enfoques rusos y pueden tomarse como base para un acuerdo pacífico cuando Occidente y Kiev estén listos para ello».

Estos pasos hacia la paz no han recibido una cálida bienvenida en Washington. Antes de la visita de Xi a Moscú, John Kirby, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU, declaró que cualquier «llamada a un alto el fuego» en Ucrania por parte de China y Rusia sería «inaceptable».

A medida que surgieron los detalles de la reunión, los funcionarios estadounidenses expresaron su temor de que el mundo pudiera abrazar los esfuerzos de China y Rusia para asegurar una resolución pacífica y poner fin a la guerra. Las potencias atlánticas, de hecho, están redoblando sus esfuerzos para prolongar el conflicto.

El día de la reunión entre Xi y Putin, la ministra de estado del Reino Unido en el Ministerio de Defensa, la baronesa Annabel Goldie, dijo a la Cámara de los Lores que ’[a]junto con nuestra concesión de un escuadrón de carros de combate principales Challenger 2 para Ucrania, proporcionaremos munición, incluidos proyectiles perforantes que contienen uranio empobrecido». La declaración de Goldie se produjo en el vigésimo aniversario de la invasión de Irak por parte de Estados Unidos y el Reino Unido, en la que Occidente usó uranio empobrecido en la población iraquí con efectos nocivos . En referencia al suministro de uranio empobrecido por parte del Reino Unido a las fuerzas ucranianas, Putin dijo que «parece que Occidente realmente ha decidido luchar contra Rusia hasta el último ucraniano, ya no con palabras, sino con hechos». En respuesta, Putin dijo que Rusia desplegaría armas nucleares tácticas en Bielorrusia.

Dentro de China, la visita de Xi a Rusia fue ampliamente discutida con un sentido general de orgullo de que el gobierno de China esté tomando el liderazgo tanto para bloquear las ambiciones de Occidente como para buscar la paz en el conflicto. Estas discusiones, reflejadas en revistas y plataformas de redes sociales como WeChat, Douyin, Weibo, LittleRedBook, Bilibili y Zhihu, enfatizaron cómo China, un país en desarrollo, ha podido superar sus limitaciones y asumir una posición de liderazgo en el mundo.

Estas discusiones dentro de China en gran medida no están disponibles para personas fuera del país por al menos tres razones: primero, se llevan a cabo en chino y no suelen traducirse a otros idiomas; en segundo lugar, tienen lugar en plataformas de redes sociales que, además de estar en chino, no son utilizadas por personas ajenas a la comunidad de habla china; y tercero, la creciente sinofobia, derivada de una larga historia colonial de pensamiento y exacerbada por la Nueva Guerra Fría , ha profundizado el desprecio por las discusiones en China que no adoptan la cosmovisión occidental. Por estas razones, y más, existe una verdadera falta de comprensión sobre la variedad de opiniones en China sobre los cambios en el orden mundial y el papel del país en estos cambios.

Dentro de China, existe una rica tradición de debate intelectual que tiene lugar en revistas inspiradas de una forma u otra en Xīn Qīngnián , o New Youth , de Chen Duxiu , publicado por primera vez en 1915. En el primer número de esa revista, Chen (1879–1942 ), quien fue miembro fundador del Partido Comunista de China, publicó una carta a la juventud que incluía una lista de advertencias que parece haber fijado los términos de la agenda intelectual de los próximos cien años:

Ser independiente y no esclavizar (自主的而非奴隶的) Ser progresista y no conservador (进步的而非保守的) Estar a la vanguardia y no quedarse atrás (进取的而非退隐的) Ser internacionalista y no aislacionista (世界的)而非锁国的) Sea práctico y no retórico (实利的而非虚文的) Sea científico y no supersticioso (科学的而非想象的)

La experiencia de New Youth puso en marcha revista tras revista, cada una con una agenda para construir teorías más adecuadas sobre los desarrollos en China que buscan establecer la soberanía del país y sacarlo del llamado ’siglo de la humillación’ (百年屈辱) , un período que se caracterizó por la intervención imperialista occidental y japonesa. En 2008, varios intelectuales destacados del país fundaron una nueva revista, Wenhua Zongheng (文化纵横), que se ha convertido cada vez más en una plataforma para debatir lo que Xi llamó el «gran rejuvenecimiento de la nación china» (中华民族伟大复兴). La revista bimensual presenta las principales voces del país, quienes ofrecen diversas perspectivas sobre temas importantes del día, como el estado del mundo posterior a COVID-19.y la importancia de la revitalización rural.

El año pasado, Tricontinental: Institute for Social Research y Dongsheng iniciaron una conversación con los editores de Wenhua Zongheng que condujo a la producción de una edición internacional trimestral de la revista. A través de esta asociación, ensayos seleccionados de las ediciones chinas de la revista se traducen al inglés, portugués y español, y se presenta una columna adicional en la edición china que trae voces de África, Asia y América Latina en diálogo con China. Estamos orgullosos de decir que el primer número de esta edición internacional (vol. 1, no. 1) se lanzó esta semana, con el tema ’ En el umbral de un nuevo orden internacional’.

Este número presenta tres ensayos de destacados académicos en China: Yang Ping (editor de Wenhua Zongheng), Yao Zhongqiu (profesor de la Escuela de Estudios Internacionales y decano del Centro de Estudios Políticos Históricos de la Universidad Renmin de China) y Cheng Yawen (decano del Departamento de Ciencias Políticas de la Escuela de Relaciones Internacionales y Asuntos Públicos de Shanghái Universidad de Estudios Internacionales), así como mi breve editorial. Tanto el profesor Yao como el profesor Cheng analizan los cambios en el orden internacional actual, principalmente el declive de la unipolaridad estadounidense y el surgimiento del regionalismo. La contribución del profesor Yao, que se remonta a la dinastía Ming (1388-1644), demuestra que los cambios que se están produciendo hoy en día no son necesariamente la creación de un nuevo orden.

Los tres ensayos se centran en la importancia del papel de China en el mundo en desarrollo, tanto en términos económicos (como a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, o BRI, por sus siglas en inglés) de diez años de antigüedad, como en términos políticos (como a través del intento de China de reiniciar una proceso de paz en Ucrania). El editor Yang Ping es firme en su opinión de que ’el destino histórico de China es apoyar al Tercer Mundo’, tanto porque, a pesar de sus grandes avances, China sigue siendo un país en desarrollo como porque la insistencia de China en el multilateralismo, como argumenta el profesor Cheng, significa que no busca desplazar a EE.UU. y convertirse en una nueva potencia hegemónica global. Yang finaliza su relato con tres consideraciones: en primer lugar, que China no debe dejarse guiar únicamente por intereses comerciales, sino que debe ’priorizar lo que sea necesario para garantizar la supervivencia estratégica y el desarrollo nacional’; segundo, que China debe intervenir en los debates sobre el nuevo sistema internacional introduciendo los principios de ’consulta, contribución y beneficios compartidos’ del BRI, que incluyen buscar expandir la zona de paz contra los hábitos de guerra; y tercero, que China debe alentar la creación de un mecanismo institucional más allá de la cooperación económica, como una ’Internacional del Desarrollo’, para promover la soberanía genuina de las naciones, la dignidad de los pueblos frente a la trampa de la austeridad de la deuda del Fondo Monetario Internacional, y un nuevo internacionalismo.

Las perspectivas de Yang, Yao y Chen son una lectura esencial como parte de una importante iniciativa para el diálogo global. Esperamos sus comentarios sobre la primera edición internacional de Wenhua Zongheng y actualmente estamos trabajando en la segunda edición, que se centrará en el camino de China hacia la modernización.

Mientras Estados Unidos impulsa un gran conflicto de poder en Asia-Pacífico, es esencial desarrollar líneas de comunicación y construir puentes hacia el entendimiento mutuo entre China, Occidente y el mundo en desarrollo. Como escribí en las palabras finales de mi editorial, ’[e]n lugar de la división global perseguida por la Nueva Guerra Fría, nuestra misión es aprender unos de otros hacia un mundo de colaboración en lugar de confrontación’.

CEPRID https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2782

Tras un año de estado de excepción Nayib Bukele es muy popular en su país.pero aún no se sabe, si la costosa paz será duradera y si traerá beneficios económicos y sociales

por Eduardo J. Vior – analista internacional – autoriza a publicar en Dossier Geopolitico el presente articulo

Pocos días después de cumplirse un año tras la implantación del estado de excepción en El Salvador un intercambio de puyas entre los presidentes de este país y de Colombia reavivó el debate continental sobre la política de combate a la criminalidad aplicada por el mandatario salvadoreño. Nuevamente se enfrentaron los partidarios de la “mano dura” con los del “garantismo”. Sin embargo, mirando más de cerca, aunque la política allí aplicada no es trasladable a otros países, el proceso salvadoreño es muy típico de la anomia y la falta de soberanía de los estados latinoamericanos.

El polémico régimen de excepción decretado por el gobierno de Nayib Bukele fue decretado el 26 de marzo de 2022 y renovado por el Congreso en once ocasiones. Las medidas pertinentes fueron adoptadas luego de una escalada de violencia que dejó solo ese día 62 personas asesinadas y en menos de una semana, un saldo de 87 víctimas mortales a manos de pandillas.

“Hace exactamente un año cerrábamos el día con 62 homicidios. Ese fue uno de los días más difíciles de mi vida y de este gobierno. Ahora, un año después, cerramos con 0 homicidios y marzo de 2023 se acerca a ser el mes más seguro de toda nuestra historia”, puso Bukele en Twitter para celebrar su política. Por su parte, el ministro de Justicia y Seguridad Pública Gustavo Villatoro ofreció un balance sobre la implementación del régimen de excepción.

De acuerdo al ministro, durante este primer año del estado excepcional las autoridades policiales y militares han logrado capturar a 66.417 personas calificadas por el gobierno como “terroristas” y “pandilleros”. En los procedimientos contra la actividad criminal las fuerzas de seguridad, según datos propios, han incautado 2.547 armas de fuego, 3.292 vehículos, 15.878 teléfonos celulares y tres millones de dólares en efectivo. Además, han desarticulado a las principales pandillas capturando a 10 de 15 cabecillas de la Mara Salvatrucha (MS-13) y detenido al “pilar nacional” de Barrio 18.

Villatoro detalló que la tasa actual de homicidios es de 3,6 por cada 100.000 habitantes, cuando el promedio en 2015 era de más de 106 personas asesinadas por cada 100.000. El ministro también se refirió a la megacárcel que recientemente abrió el gobierno en el interior del país, prevista para hasta 40.000 reclusos, que incluye celdas de castigo sin camas, ventanas o luz. A ese recinto, dijo el alto funcionario, ya han sido trasladados 4.000 presos que se mantienen bajo estrictas normas de seguridad. “El régimen de excepción es el Estado recuperando el territorio, es el Estado recuperando la tutela y vigilancia de nuestra población. Esto nos lleva a más de un 96 % de aprobación”, agregó Villatoro.

A pesar del autoelogio del presidente y sus funcionarios, organizaciones de derechos humanos advierten que durante el régimen de excepción las fuerzas de seguridad han cometido más de 4.500 abusos contra la población, entre detenciones arbitrarias, acoso, amenaza, violencia sexual, torturas y lesiones personales. A estas alturas, casi nadie duda de que las irregularidades y abusos están a la orden del día, ya que el estado de excepción ha restringido fuertemente los derechos de la ciudadanía, limitando las garantías judiciales y dando pie a la arbitrariedad de las fuerzas policiales en sus actuaciones y detenciones. El debate está, más bien, entre quienes piensan que esta excepcionalidad está justificada como la única forma de erradicar el crimen y salvar vidas y quienes creen que los derechos de la ciudadanía deben preservarse a toda costa.

Además, al igual que ya sucedía con gobiernos anteriores, cabe la duda de si la reducción de muertes se debe a la eficiencia de las fuerzas de seguridad o a pactos de Bukele con las pandillas, tal y como aseguran algunos medios locales.

Para entender el contexto, hay que recordar el origen y la historia de las maras. Las primeras pandillas se formaron en la década de 1980 en barrios populares de Los Ángeles, para proteger a los inmigrantes salvadoreños huidos de la guerra civil en su país (1980-92). Rápidamente se expandieron a otras ciudades de EE.UU., a México y a Canadá. Tras los acuerdos de paz en El Salvador tendieron una red entre ambos países que en México se alió con el Cartel de Sinaloa. Por su carácter extremadamente territorial se dividieron en varias bandas de las cuales las más importantes son la Mara Salvatrucha y Barrio 18. Se distinguen por sus tatuajes corporales y su lenguaje de señas. Debido a su permeabilidad social, son aprovechadas también por la DEA y el FBI para sus operaciones en distintos países. Estas relaciones espurias han hecho que su uso de la violencia se adapte a los ciclos de la política y economía norteamericana de la droga. Si bien desde 2015 sus acciones dentro de El Salvador vienen en progresivo descenso, de todos modos mantienen el control sobre amplias zonas del país y eventuales enfrentamientos entre las maras o acontecimientos externos en cualquier momento podrían reactivar olas de extrema violencia, como sucedió en 2019 y 2022. Por ello es que Nayib Bukele combina en su relación con ellas el diálogo y la represión violenta.

Bukele defiende a capa y espada tanto el régimen de excepción como su llamada “guerra contra las pandillas”. Su postura lo ha llevado a confrontarse con organizaciones de derechos humanos y con otros gobernantes latinoamericanos y lo mantiene en tensión con buena parte de la prensa internacional, que describe como “dantescas” las fotografías y videos de presos amontonados en un mismo lugar, que el propio mandatario salvadoreño publica en sus redes sociales.

Además, el joven jefe de Estado (43 años) ha sido señalado como autoritario y criticado por gobiernos de distintos perfiles y por la OEA. El régimen de excepción prende las alarmas de la izquierda y de organizaciones de derechos humanos que advierten sobre el peligro que puede generar una política estatal de represión desmedida y falta de garantías constitucionales. Por el contrario, la política de Bukele agrada a las derechas regionales, que ven en esa medida una postura radical que puede ganar adeptos y ser utilizada con fines electorales.

El gobierno salvadoreño se abstiene de hablar de problemas que no sean de seguridad. En la actualidad El Salvador lucha aún por recuperarse del impacto de la pandemia de Covid 19. Así, la caída del PIB del 8,2% en 2020 fue compensada por un repunte del 10,3% en el año 2021 y del 2,6% en el 2022. En 2023 se prevé que el crecimiento anual no llegue al 2%, una tasa a todas luces insuficiente para lograr un genuino despegue de la economía.

Paralelamente, algunos expertos, publicaciones y encuestas revelan retrocesos en indicadores sociales. Por ejemplo, en los años 2019-2022 los hogares en condición de pobreza aumentaron de 22,8% a 26,6, alza que básicamente se refiere a la pobreza extrema o absoluta con carencia de alimentos, que pasó del 4,5 al 8,6 por ciento de la población (alrededor de 275 mil personas). La pobreza aumentó casi 5 puntos porcentuales entre 2019 y 2020, pero en 2021 volvió a situarse por debajo de la cifra anterior a la pandemia. La pobreza extrema, sin embargo, sigue siendo superior a las cifras anteriores a la pandemia. Al mismo tiempo, la desigualdad aumentó de 0,38 a 0,39 durante el periodo pandémico.

Medios locales señalan que la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples reveló un aumento de la pobreza monetaria extrema en 2022, pero el informe preliminar publicado por la Oficina Nacional de Estadísticas y Censos todavía no muestra cuántas personas vivieron en estas condiciones durante el año pasado. El documento plantea que los ingresos promedios de los hogares aumentaron, pero no fueron suficientes para compensar el encarecimiento del costo de la vida debido a las presiones inflacionarias, que afectaron principalmente el precio de los alimentos. Si bien el aumento de la desigualdad es un resultado comprobado de la pandemia en todo el mundo, en El Salvador es el germen de donde puede renacer la violencia y todavía no ha sido encarado. Éste es el talón de Aquiles de la gestión del mediático presidente.

El régimen de Bukele no es un modelo, pero es sintomático de la crisis que vive América Latina. Al verse obligado a replegarse sobre su “patio trasero” por su posición desventajosa en la guerra mundial contra el bloque euroasiático, Estados Unidos ha intensificado su presión para controlar el continente y apropiarse de sus recursos. Como parte de esta estrategia defensiva, está agudizando la presión sobre los países productores y de tránsito del narcotráfico, para mantener el control sobre la economía de la droga, una fuente de capitalización financiera de la que la economía norteamericana no puede prescindir. Con este objetivo, impulsa cada tanto operaciones conjuntas con las bandas de narcotraficantes que, a su vez, inciden sobre los escenarios nacionales debilitando el control de los estados sobre los territorios y las poblaciones. La autoridad política pierde efectividad y, con ella, reconocimiento. Las sociedades se sienten desamparadas y caen en la anomia, el mejor caldo de cultivo para cualquier tipo de conducta criminal.

Esta interrelación entre la estrategia continental del Imperio y las vicisitudes nacionales complica el análisis del proceso salvadoreño. Ciertamente, como empresario de la publicidad, Nayib Bukele hace un uso extendido y permanente de la propaganda y las maniobras comunicacionales, pero no todo es publicidad. Con métodos harto cuestionables ha conseguido una sensible pacificación que la población aprecia, pero, para poder hablar de una mejora real de las condiciones de vida, la reducción de la violencia debe estar acompañada por la superación del hambre, la creación de puestos de trabajo dignos, el desarrollo de los sistemas de salud y educación, la construcción de viviendas y el desarrollo de servicios públicos asequibles y de buena calidad. Bukele todavía no se presentó a este examen, Su política de combate contra las pandillas por ahora sólo es un síntoma del malestar en la cultura latinoamericana, pero la enfermedad sigue sin ser atacada.

La amistad del presidente turco, Recep Erdogan (der.), con el presidente ruso, Vladimir Putin (izq.), molesta a los EE. UU. (Foto de archivo) 

POR MK BHADRAKUMAR

El presidente turco, Recep Erdogan, ha revelado que el presidente ruso, Vladimir Putin, podría asistir a la ceremonia de carga de combustible nuclear el 27 de abril en la planta de energía nuclear de Akkuyu. 

El secretario de prensa de Putin, Dmitry Peskov, manejó hábilmente la bomba política y optó por no refutar la declaración de Erdogan. Según Erdogan, la participación de Putin en la ceremonia puede formar parte de una visita oficial. 

Los compromisos anteriores de Putin relacionados con la central nuclear de Akkuyu han sido a través de videoconferencias y en la ceremonia que marcó el inicio de los trabajos de construcción del prestigioso proyecto en abril de 2018, prometió asistir a la ceremonia de lanzamiento en 2023. Bueno, Rosatom ha cumplido su promesa de completar el proyecto a tiempo, y ahora es el turno de Putin. 

Evidentemente, a Erdogan le importa un bledo la reciente “orden de arresto” de la Corte Penal Internacional contra Putin. El presidente chino, Xi Jinping, ha demostrado cómo ignorarlo. La sherpa del G20 de Rusia, Svetlana Lukash, dijo el viernes que se espera que Putin visite la India dos veces este año: la cumbre del G20 en septiembre y la cumbre de la OCS de 2023 más tarde. 

La postura oficial de Turkiye es que “Aunque Türkiye no es Estado Parte del Estatuto de Roma, las actividades de la CPI se siguen de cerca y nuestros funcionarios asisten a las reuniones anuales de la Asamblea de Estados Partes que tienen lugar en La Haya o Nueva York. .” Pero Erdogan está despreciando abiertamente la conspiración anglosajona para demonizar a Putin. 

Tal desafío desdeñoso es en parte una reacción a la creciente interferencia de Estados Unidos en las elecciones presidenciales de Turkiye programadas para el 14 de mayo. En declaraciones incendiarias el domingo , Erdogan prometió “darle una lección a Estados Unidos”. 

Sin embargo, al invitar a Putin a ser el invitado principal en el lanzamiento de la central nuclear de Akkuyu, que sin duda es un evento histórico, Erdogan básicamente señala su profundo agradecimiento por la contribución de Putin a la expansión y profundización de las relaciones turco-rusas. 

Sin duda, el vínculo personal entre los dos líderes ha contribuido en gran medida a impulsar la relación. Erdogan probablemente llevará el lanzamiento de Akkuyu NPP en la manga como su legado presidencial durante su campaña electoral. 

De hecho, la central nuclear Akkuyu de $ 20 mil millones es la primera de su tipo desde diferentes ángulos: la única gran central nuclear en Turkiye (con cuatro reactores rusos VVER-1200); el proyecto más grande en la historia de la cooperación ruso-turca; el primer proyecto de central nuclear del mundo implementado según el modelo BOO (Build – Own – Operate) y así sucesivamente.

La central nuclear de Akkuyu es esencialmente un símbolo del cambio en la política exterior de Turkiye durante la era de Erdogan: Turkiye estudió el distanciamiento del sistema de alianza occidental y la búsqueda de vías independientes que refuercen la autonomía estratégica del país, con un giro hacia el Este en su núcleo y un apertura a la integración euroasiática incrustada en él. Este proceso ha llevado a Turkiye a las puertas de los BRICS. 

Por supuesto, es un asunto diferente que Occidente nunca le haya ofrecido a Turkiye una relación igualitaria. Nuevamente, el intento de golpe respaldado por Estados Unidos en 2016 para derrocar a Erdogan fue una experiencia traumática que lo dejó muy afectado. Las relaciones turco-estadounidenses nunca se recuperaron realmente. 

Pero se debe dar crédito a que Turkiye, que tiene una rica historia en la diplomacia internacional, es también una potencia regional astuta en una posición única como estado indeciso y también como puente entre Occidente y Oriente, bendecida con una cognición intuitiva de la confrontación que se está gestando. entre Occidente y Rusia y la lucha por dar forma al orden mundial. 

Evidentemente, Turkiye vio las tormentas que se avecinaban en el horizonte y entendió que el declive de Occidente es  una realidad geopolítica y Turkiye debería posicionarse con anticipación en lugar de ser superado por los acontecimientos.

Dicho esto, Turkiye también tiene una historia difícil de relaciones con Rusia. Aquí es donde la perspicacia política de Erdogan marcó la diferencia, ya que otorgó la mayor importancia en su diplomacia personal al cultivo asiduo de una relación de trabajo óptima con Putin durante los últimos 7 años desde la intervención militar rusa en Siria. 

Por su parte, Putin también otorga gran importancia a la diplomacia personal. Putin ha dicho públicamente más de una vez que Erdogan no es una persona fácil de tratar, ya que es un interlocutor que puede ser obstinado al defender los intereses de Turkiye. 

Pero esa es una cualidad de liderazgo que Putin respeta e incluso puede aceptar como realista. Putin ha hablado sobre ocasiones en las que surgieron diferencias con Erdogan, pero su respuesta fue invariablemente redoblar la búsqueda de una solución justa. Erdogan apreció la buena voluntad implícita y, con el tiempo, se desarrolló una masa crítica de confianza mutua. 

La mediación de China en la normalización de las relaciones entre Arabia Saudita e Irán recibió grandes elogios y admiración de la comunidad mundial, incluido Israel. Los detractores se han callado. El Jerusalem Post escribió el lunes: “El calentamiento de las relaciones entre Arabia Saudita e Irán dará como resultado movimientos ultrarrápidos en el tablero de ajedrez de Medio Oriente en un futuro cercano”.

Pero lo que aún no está en el radar, pero destinado a ser igualmente significativo, son los sólidos esfuerzos de Rusia detrás de escena para lograr un acercamiento entre Arabia Saudita y Siria y una integración más amplia de Siria en su vecindad árabe. 

A diferencia de EE. UU., que dejó un rastro de muerte y destrucción al retirarse con asuntos pendientes de sus guerras eternas, Rusia se ha desempeñado bien en Siria al cumplir su misión de seguridad para derrotar la amenaza terrorista al gobierno y, posteriormente, continuar poniendo bases políticas y diplomáticas para impulsar la estabilización y reconstrucción de ese país. 

Es completamente concebible que Putin aprovechó todas las oportunidades con el presidente egipcio Sisi para comprometerse con Assad . Por cierto, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Egipto ha destacado que las conversaciones del ministro de Relaciones Exteriores, Sameh Shoukry, con el ministro de Relaciones Exteriores de Siria, Faisal Mekdad, en El Cairo el sábado, se centraron en “apoyar al pueblo sirio para restaurar la unidad y la soberanía (del país) sobre todos sus territorios”. 

Sin embargo, al final del día, la diplomacia personal de Putin está en su mejor momento en sus esfuerzos por restaurar la relación fracturada de Turquía con Siria. Putin ve que una convergencia entre Ankara y Damasco no solo es posible, sino que es una necesidad imperiosa para ambos países, así como para la paz y la seguridad del Levante. 

Básicamente, Putin defiende la relevancia continua del Acuerdo de Adana de 1998 como la base para abordar de manera efectiva el desafío separatista kurdo que reduce el alcance de Washington para pescar en aguas turbulentas e incluso lo impulsa a revisar su ocupación de un tercio de los territorios sirios en el pretexto de la lucha contra el terrorismo. 

Erdogan ha llegado a comprender que Washington persigue una agenda oculta al alinearse con los grupos militantes kurdos en el norte de Siria que fomentan el terrorismo transfronterizo contra Turkiye y, por lo tanto, Ankara puede ganar si trabaja con Damasco.

Idealmente, con la vista puesta en las elecciones de mayo, a Erdogan le hubiera gustado reunirse con el presidente Assad, intuyendo que la opinión interna turca también favorece un acercamiento turco-sirio. 

Pero la ocupación turca del territorio sirio sigue siendo un obstáculo. Rusia está trabajando duro para abordar el problema. Existe la posibilidad de que las próximas conversaciones cuadriláteras entre los viceministros de Relaciones Exteriores de Turquía, Rusia, Irán y Siria (que pueden tener lugar en Moscú esta semana) vean la luz al final del túnel. 

Si eso sucede, Putin habrá logrado un avance histórico y su visita a Turkiye para el lanzamiento ceremonial de la central nuclear de Akkuyu puede transformarse en un momento decisivo en la geopolítica del Mediterráneo Oriental y la región del Mar Negro. 

Fuente indianpunchline