La próxima administración demócrata potencial se está preparando para cambiar décadas de dogma sobre la globalización

Esta primavera, el candidato presidencial demócrata Joe Biden acordó con su ex rival principal, el senador Bernie Sanders, formar grupos de trabajo conjuntos sobre atención médica, justicia penal, cambio climático, economía, educación e inmigración. De los informes de esos organismos, publicados a principios de este verano, se desprende claramente que, bajo el presidente Biden, la política interna de Estados Unidos se desplazaría bien hacia la izquierda de donde habría estado bajo la presidencia de Hillary Clinton en 2016.

Pero ninguno de esos comités cubrió la política exterior como se define tradicionalmente. Las llamas ideológicas avivadas por Sanders y la senadora Elizabeth Warren, y luego puestas en calor por el movimiento Black Lives Matter, apenas han tocado los asuntos exteriores, que a menudo están aislados de la política interna. Una promesa de Biden de volver al status quo ante sería una respuesta de muerte cerebral a un mundo transformado, pero no sería políticamente costoso.

Sin embargo, la suposición de que bajo un presidente Biden la política interna se movería hacia la izquierda, pero la política exterior no, presupone una distinción entre los dos que es en sí misma un artefacto de una era anterior. Es casi seguro que algunos elementos de la política exterior de Biden se moverían hacia la izquierda como una variable dependiente de la política interna. Biden usa la expresión «una política exterior para la clase media» para expresar la idea de que el comercio y la política económica internacional deben guiarse por los beneficios que traerán al estadounidense promedio, en lugar de a las multinacionales estadounidenses. Para aquellos de ustedes que tienen un cuadro de mando ideológico en casa, esa política puede ser tomada como la sentencia de muerte del neoliberalismo.

Ese término «neoliberalismo», que comenzó como un descriptor neutral antes de volverse peyorativo en los últimos años, describe la fe en que un mercado global ligeramente regulado en el que bienes, servicios, capital y empresas cruzan fronteras con una fricción mínima desencadenaría un crecimiento que aumentaría. puestos de trabajo y difundir la prosperidad, especialmente en Estados Unidos, la sala de máquinas de la globalización. Esa fue la doctrina rectora de la administración del presidente Bill Clinton. Sus altos apóstoles, incluidos Robert Rubin y Larry Summers, se desempeñaron como asesores económicos principales del presidente Barack Obama.

Algunas de las ideas más interesantes en los bordes, si no siempre en el centro, del grupo de asesores e influencias de Biden tienen que ver con las deficiencias de esa doctrina. Jennifer Harris, una economista internacional que se desempeñó en el Departamento de Estado con Hillary Clinton, sostiene que desde el momento de su fundación, Estados Unidos, como todas las grandes potencias, ha utilizado su poder económico para promover su posición geopolítica, persiguiendo lo que ella y otros llaman «Geoeconomía». Con ese fin, los políticos estadounidenses han adoptado una secuencia de modelos económicos adaptados a las circunstancias de su época. El modelo neoliberal se adaptaba a una era en la que la economía estadounidense obtenía grandes beneficios de la globalización, o al menos parecía hacerlo. Ya no se considera que ese sea el caso: ahora se culpa a la globalización de ampliar la desigualdad y vaciar a la clase media. Y lo que es más,en un momento en que China, una potencia geoeconómica descarada, está manejando las relaciones comerciales y económicas como un arma diplomática, Estados Unidos no puede simplemente repetir shibboleth sobre la libre circulación de capitales y bienes. (Harris y Jake Sullivan, uno de los asesores clave de Biden,expuso este argumento a principios de este año en un artículo de Foreign Policy ).

Harris afirma que los funcionarios comerciales estadounidenses que negociaron la Asociación Transpacífica habían internalizado tan profundamente el dogma neoliberal que simplemente dieron por sentado que aumentar el acceso de la industria farmacéutica a los mercados asiáticos era bueno para los Estados Unidos, incluso si hacerlo no creaba puestos de trabajo. ni ingresos fiscales en Estados Unidos. La guerra sobre cuán «libre» es el comercio, dijo Harris en una entrevista con Foreign Policy., se ha vuelto estéril en un momento en que las barreras comerciales ya están en mínimos históricos, o lo estaban hasta que el presidente Donald Trump comenzó a levantarlas nuevamente. Los llamados acuerdos comerciales son, de hecho, el sitio moderno de la lucha geoeconómica, pero no se los reconoce como tales. «Existe un deseo», dijo Harris, «de algún tipo de compromiso económico que mejore la experiencia de vida de los estadounidenses de clase media».

Ese deseo ahora está muy extendido. Los economistas de la corriente principal han aceptado cada vez más la evidencia de que la competencia con China ha provocado una pérdida neta de puestos de trabajo en el país, un costo que debe sopesarse en comparación con televisores y teléfonos inteligentes baratos. Tom Perriello, otro progresista que sirvió en la administración de Obama, dijo en una entrevista que si expresaba dudas sobre el modelo de libre mercado entre los funcionarios económicos de Obama, como lo hizo él, «se le veía como si le salieran cuernos de la cabeza». Ahora, agregó, si repitieras algunas de las viejas castañas, «La gente diría, ‘¿Estás congelado criogénicamente?'»

Una vez que acepta que lo que es bueno para el crecimiento global en general o incluso para el mercado de valores no es necesariamente bueno para el trabajador estadounidense, es posible imaginar una forma de nacionalismo económico que guíe el comportamiento de Estados Unidos tanto en el país como en el extranjero. Esto parece ser lo que Biden tiene en mente con su plan para una agenda “Made in All of America”. Las grandes inversiones que planea en infraestructura, educación, atención médica e investigación y desarrollo se dirigirían a empresas estadounidenses para crear empleos en casa. Una “estrategia comercial y fiscal pro-estadounidense para los trabajadores” “tomaría acciones agresivas de aplicación de la ley comercial contra China”, pero también eliminaría los incentivos fiscales para que las empresas estadounidenses trasladen sus operaciones al extranjero.

Biden ha propuesto un ambicioso esfuerzo federal para recuperar las cadenas de suministro globales en áreas sensibles que incluyen suministros médicos y farmacéuticos, semiconductores, resiliencia de la red de energía y similares. Esto implicaría la reconstrucción de la capacidad de fabricación nacional en esas áreas, incluso mediante el uso de la Ley de Producción de Defensa; realizar cambios en el código fiscal para fomentar la producción nacional de productos farmacéuticos; aumentar las existencias federales de productos sensibles; y el establecimiento de un nuevo programa para financiar la readaptación de los trabajadores en campos de fabricación críticos. Por tanto, el nacionalismo económico es tanto una respuesta al ascenso de China como un medio de equipar a Estados Unidos para ganar la lucha económica con China.

El nuevo nacionalismo tiene una dimensión política y económica. La política exterior ha sido tradicionalmente competencia de expertos que les dicen a los estadounidenses dónde están los intereses nacionales en lugar de preguntarles dónde creen que están sus propios intereses. Esto se ha vuelto cada vez más insostenible, tanto porque la deferencia a la pericia es cosa del pasado como porque Estados Unidos ya no parece estar ganando la lucha global por la supremacía. En 2018, Carnegie Endowment for International Peace se propuso rectificar este problema enviando académicos a tres lugares muy lejos de Washington, Ohio, Nebraska y Colorado, para preguntar a los ciudadanos cómo la política exterior afectaba sus vidas. El estudio, titulado «Política exterior de Estados Unidos para la clase media», fue dirigido por Salman Ahmed, exjefe de planificación estratégica del Consejo de Seguridad Nacional de Obama;entre los autores se encontraban Jennifer Harris y Jake Sullivan. El proyecto fue autorizado por el director de Carnegie, William Burns, uno de los principales candidatos a secretario de Estado en la administración de Biden.

Muy pocas de los cientos de personas entrevistadas tenían algo que decir sobre el orden internacional liberal o las invasiones de Rusia a Ucrania. En preguntas tan remotas, la mayoría ofreció respuestas de stock que parecían depender del canal de noticias que miraban. Pero tenían mucho que decir sobre China, el comercio, el empleo y la inversión extranjera. Las respuestas variaron enormemente entre los estados y dentro de ellos, pero pocas de ellas sonaron como la pesadilla de Washington de un corazón nacionalista. Incluso en las ciudades manufactureras de Ohio en apuros, señalan los autores , la gente “expresa un fuerte apoyo al libre comercio y acepta que los avances tecnológicos y otras fuerzas del mercado continuarán transformando el empleo en su área. Sin embargo, insisten en el ‘comercio justo’ y en medidas adicionales que les darían una ‘oportunidad de luchar’ ”.

Las respuestas fueron levemente alentadoras, si no terriblemente sorprendentes; el aspecto más importante del proyecto puede haber sido la decisión de hacer la pregunta. Una política exterior sostenible debe basarse en los intereses reales de la gran masa de estadounidenses. Cuando esos intereses cambian, también debe cambiar la política.

Sin embargo, las muy diferentes corrientes de opinión dentro del Partido Demócrata significan que difícilmente se puede esperar que se forme un consenso en torno a la cuestión de qué política exterior promueve mejor los intereses del estadounidense promedio. Biden es un tradicionalista de la política exterior para quien el lenguaje de la geoeconomía es ajeno; lo mismo ocurre con casi todas las personas que lo rodean. Los progresistas esperan ir más allá de esos instintos. A Perriello, que al igual que Harris tiene muchos vínculos con el equipo de Biden, le gustaría ver acuerdos globales sobre leyes antimonopolio, impuestos corporativos e incluso salarios mínimos para evitar una carrera a la baja. Una adopción internacional de la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero de Estados Unidos, que prohíbe la «corrupción armada» practicada por naciones como Rusia, que utiliza su vasta riqueza en petróleo y gas para pagar a amigos y chantajear a enemigos, haría, dice,“Hacer mucho más por el libre comercio” de lo que harían los acuerdos comerciales actuales.

Cualquier presidente que adoptara una agenda tan ambiciosa enfrentaría una enorme resistencia por parte de los propios aliados de Estados Unidos. Los paraísos fiscales bajos como Irlanda no aceptarán fácilmente un programa de equiparación del impuesto de sociedades; las potencias exportadoras como Alemania se enfriarán en una política de confrontación hacia China. Un programa de regulación global podría, en cualquier caso, resultar demasiado descabellado para Biden y su equipo senior. Perriello, al igual que Harris, pone mucha esperanza en Sullivan, un enlace entre los dos bandos que, dice, «se ha tomado los tres años fuera del poder para lidiar auténtica y profundamente con las cosas que se equivocaron» durante la campaña de Clinton. . Sullivan se despojó oficialmente de su piel neoliberal en un ensayo de 2019 en Democracy en el que llamó por una «nueva y vieja plataforma demócrata» centrada, no le sorprenderá saberlo, en «rescatar y reconstruir la clase media estadounidense».

“Nuevo viejo demócrata” suena como el sombrero perfecto para la cabeza plateada de Joe Biden. Si gana en noviembre, veremos si está preparado para usarlo.

Esta es la segunda de una serie semanal que informa sobre la visión de política exterior de Joe Biden. Prepara la primera entrega aquí .

James Traub es colaborador habitual de Foreign Policy , miembro no residente del Centro de Cooperación Internacional de la Universidad de Nueva York y autor del libro What Was Liberalism? Pasado, presente y promesa de una noble idea .

FUENTE: https://foreignpolicy.com/2020/08/27/biden-is-getting-ready-to-bury-neoliberalism/

Por Emilio Sánchez de Rojas Díaz

El reformismo islámico de Al Afgani, dio lugar a dos tendencias aparentemente contradictorias, la primera tendencia era modernizar el islam, encarnada en Turquía por Kemal Atatürk, el padre de la Turquía laica moderna y en Egipto por el gran líder del movimiento de los no alineados, Gamal Abdel Nasser. 

La segunda tendencia era islamizar la modernidad encarnada actualmente por los Hermanos Musulmanes, cuyo objetivo último es extender el estado islámico –el Califato- a todos los territorios que tienen, o alguna vez tuvieron, presencia musulmana, como España. Esta última opción es la apoyada por Recep Tayyip Erdoğan, el nuevo califa, que cuenta con el apoyo –cómo no– del agresivo emirato de Qatar, pero que es odiado por el resto del mundo árabe.

La geopolítica, tras la guerra de Siria y en el marco de una errática política exterior estadounidense hacia la zona, particularmente con la secretaria de Estado, Hillary Clinton, ha propiciado una pérdida de relevancia de los Estados Unidos y la Unión Europea (UE), y una remergencia de Rusia en la zona.

A nivel regional, es notable la «creciente chiíta», potenciada por Irán, pero también el nuevo papel geopolítico de Turquía que, incapaz de acceder a la UE, utilizó el grifo de los refugiados sirios para obtener unos pingües beneficios económicos y dañar seriamente la imagen de la UE.

El megalómano Erdoğan, tras librarse de los líderes militares laicos, con un más que dudoso autogolpe de Estado, reconvirtió a sus militares, otrora defensores de la Turquía laica, en la punta de lanza del Partido Justicia y Desarrollo, la rama Turca de los Hermanos Musulmanes.

La guerra de Siria sería su gran oportunidad: con el pretexto de luchar contra el terrorismo, ataca en su lugar a los kurdos en Siria e Irak, abandonados por Estados Unidos, tras ser la primera línea contra de Daesh. 

En 2020, Turquía ha iniciado una intervención militar directa en Libia. Tras el aislamiento de Qatar por parte de gran parte del mundo árabe, incluidas las monarquías del Golfo, Turquía establece en 2015 su primera base militar en territorio árabe.

Posteriormente, con el apoyo militar y financiero de Qatar, Turquía ha proyectado sus fuerzas en Libia, prolongando y endureciendo la segunda guerra civil Siria, dando lugar a una escalada regional y propiciando el despliegue de fuerzas egipcias en Libia para neutralizar su acción. Turquía trata de ir sirianizando el conflicto libio.

Desde Siria pasando por Qatar, se ha detectado un incremento en las intervenciones militares turcas sin precedentes desde el colapso del Imperio Otomano

Desde la desolada Siria pasando por Qatar, las naciones empobrecidas de África oriental y occidental, y los Balcanes hasta Libia, se ha detectado un incremento en las intervenciones militares turcas sin precedentes desde el colapso del Imperio Otomano.

Muchos expertos se cuestionan si Erdoğan no estará tratando de alcanzar su objetivo –nunca escondido– de expandir la presencia militar global turca. Pero también es posible que la realidad sea más simple.

La Turquía de Erdoğan, rechazada por la UE, y que podría propiciar la desaparición de la OTAN, al menos como la hemos conocido hasta ahora, ha ido perdiendo fuelle económico, con una devaluación de un 36% de la lira turca y una salida de inversores extranjeros. Además, su mala gestión de las respuestas ante desastres naturales ha gestado una importante caída de la popularidad de su partido, incrementada tras su gestión de la pandemia. 

Como ha ocurrido con otros líderes populistas, Erdoğan necesita urgentemente un gesto drástico para recuperar la popularidad ante su electorado. La decisión del otrora principal promotor –junto con Rodríguez Zapatero– del «dialogo de las civilizaciones» fue reconvertir de nuevo Santa Sofía en mezquita. Con estos amigos para qué necesitamos enemigos.

Para satisfacer su propio ego, Erdoğan trata de extender su influencia más allá del antiguo califato otomano. Pero en contra de la relativa tolerancia otomana, que permitió la supervivencia de cientos de minorías religiosas y étnicas en el espacio imperial, Erdoğan ha optado por el sectarismo y la ruptura definitiva con lo poco que quedaba del fundador de la Turquía moderna y laica.

Erdoğan pretende convertirse en una especie de nano-califa, con el apoyo económico de Qatar, cuyo emir continúa empeñado en convertir la singular catedral de Córdoba en una mezquita más, otra muestra palpable de diálogo unidireccional de civilizaciones. 

Poderoso caballero es don dinero pero, afortunadamente, la influencia de Qatar, y por ende de los Hermanos Musulmanes, en el resto del mundo árabe está en continuo declive.

Tras la torpeza de la geopolítica errática de la Administración Obama hacia Oriente próximo, Rusia, y de alguna forma China, han ocupado su lugar. Los intereses rusos y turcos en la región entran en colisión: Ya han dado lugar a serios incidentes en Siria y están aumentando la tensión en Libia.

Con el aumento de la influencia de otros actores regionales como Irán con su creciente chií, o Arabia Saudí, dispuesta a intervenir en Bahréin o Yemen, no está claro el futuro geopolítico de un Erdoğan que, como un Putin menor, tratará de prolongar sine die su Presidencia. 

La Turquía moderna, y con ella la modernización del islam está moribunda; ha florecido el califato de los Hermanos Musulmanes, la democracia de una sola vez

La Turquía moderna, y con ella la modernización del islam, está moribunda; ha florecido el califato de los Hermanos Musulmanes, el de la democracia de una sola vez… Erdoğan ha dejado a Zapatero como «Cagancho en Almagro» y ha mandado a corrales al Diálogo de las Civilizaciones con su monólogo sectario.

Es más, la modernización secular del islam ha sido destruida por una Unión Europea intolerante con los militares turcos, pero extraordinariamente comprensiva con los Hermanos Musulmanes, y su retorno al islam más primitivo. Pero la generación Z turca, que votará por primera vez en 2023, podría terminar con esta rural aventura de Erdoğan.

Refiriéndose al conflicto sobre la influencia de los Hermanos Musulmanes en el mundo árabe el experto turco asentado en Washington Merve Tahiroglu afirmaba: «Erdoğan es el político islamista que encerró a los generales secularistas. Al Sisi es el general secularista que encerró a los políticos islamistas». 

Por su parte, el emir de Qatar quiere aprovechar la «extravagancia sectaria» de su gran socio turco para comprar, a precio de saldo, la Mezquita-Catedral de Córdoba, objetivo que comparte con la rural e intolerante Hermandad musulmana. Pero continuará siendo odiado por las restantes monarquías del Golfo, el mundo árabe en general y, quizás en el futuro, por la generación Z turca.

Emilio Sanchez de Rojas Díaz es coronel de Artillería (R) Ejército de Tierra España y profesor de EAE Bussiness School.

Por MAX BERGMANN es miembro senior del Center for American Progress. Se desempeñó en el Departamento de Estado de EE. UU. De 2011 a 2017.

Europa ha sido una entidad geopolítica desde la década de 1990. Con la economía más grande del mundo, 450 millones de personas y un gasto de defensa comparable al de Rusia, el continente podría ser un coloso. Sin embargo, Europa nunca se ha acercado a igualar la influencia combinada de sus países constituyentes. Acosada por crisis y limitaciones económicas, políticas e institucionales crónicas, la Unión Europea durante las últimas tres décadas ha ejercido una influencia notablemente pequeña en los asuntos globales. Mientras tanto, los estados miembros más poderosos de Europa han visto disminuir su influencia, como lo ha hecho Francia, o, como Alemania, se han resistido a asumir el liderazgo internacional.

Los analistas estadounidenses han llegado a ver la irresponsabilidad europea como un hecho. En 2011, Richard Haass, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, escribió que en el siglo XXI «la influencia de Europa en los asuntos más allá de sus fronteras será muy limitada». Bruselas no solo ha decepcionado a Washington al negarse a compartir más la carga de la seguridad colectiva, sino que ha estado muy por debajo de su peso diplomático en asuntos de importancia mundial.

Ahora, de repente, Europa se mueve. La pandemia de COVID-19 parece haber despertado al continente de su letargo económico y político de décadas y revitalizado el proyecto de integración de la UE en formas que eran inimaginables hace solo seis meses. Jean Monnet, uno de los arquitectos fundadores de la Unión Europea, dijo que «Europa se forjará en crisis». Esta crisis puede forjar una Europa más segura y asertiva en el escenario mundial, una que contribuirá a fortalecer y definir el orden global del siglo XXI.

BRUSELAS SIN LÍMITES

El COVID-19 devastó inicialmente Europa, al igual que gran parte del mundo. Pero al implementar cierres agresivos, siguiendo las recomendaciones de los científicos y apoyando a los trabajadores asalariados, la UE y sus estados miembros pudieron controlar la pandemia y evitar un colapso económico. A su vez, Europa ganó prestigio mundial y confianza. En los últimos meses, los líderes europeos han realizado una serie de movimientos inusualmente asertivos. Después de que China impusiera una nueva ley de seguridad nacional en Hong Kong en junio, la UE condenó a China y calificó la ley de «deplorable». La UE acordó además limitar las exportaciones a Hong Kong de equipos sensibles como tecnología que podría utilizarse para vigilancia. En julio, por primera vez, la UE impuso sanciones cibernéticas a China, Rusia y Corea del Norte. Y este mes, los líderes europeos condenaron las elecciones fraudulentas en Bielorrusia y han abierto un diálogo con el Kremlin destinado a prevenir la intervención rusa.

La UE pudo controlar la pandemia y evitar un colapso económico.

Pero, con mucho, el paso más significativo que han dado los líderes europeos desde el comienzo de la pandemia fue aprobar un paquete de recuperación económica de 2 billones de dólares. De un solo golpe, la UE cerró el libro sobre una década de austeridad económica aplastante, que había contribuido al aumento del populismo, reducido el apoyo a la UE y puesto al euro perpetuamente al borde de la crisis económica. Combinado con el enorme gasto de estímulo de los estados europeos individuales, el paquete de rescate encamina a Europa hacia una fuerte recuperación económica. También abre la puerta a una expansión significativa de los poderes federales de la UE. El acuerdo puede permitir a la UE pedir prestado, gravar y gastar como un estado real. Si surge otra crisis, una pandemia, una deuda o una crisis migratoria, o cualquier otra cosa, la UE tendrá la capacidad de generar los recursos para responder.

La UE nunca antes había disfrutado de tales poderes. El proceso de integración de Europa y la creación de una estructura federal más fuerte se ha producido a trompicones desde la Segunda Guerra Mundial, con importantes avances seguidos de largos períodos de estancamiento. Desde que el Tratado de Lisboa, que estableció las reglas para la UE, entró en vigor en 2009, Europa se había quedado estancada con un sistema político híbrido: en parte un estado federal y en parte una organización multilateral. Donde la UE estaba empoderada, Bruselas emergió como un actor global, por ejemplo, en la regulación de los mercados globales. Como ha argumentado Anu Bradford de la Facultad de Derecho de Columbia, la enorme economía y la base de consumidores de la UE le otorgan el poder de establecer estándares para los mercados de todo el mundo. Pero donde la UE debe buscar el consenso de sus estados miembros, incluida la política exterior, se ha visto constantemente obstaculizada.

La UE nunca antes había disfrutado de tales poderes.

El acuerdo sobre el paquete de recuperación ha abierto un nuevo conjunto de posibilidades. Frente a una crisis económica de proporciones épicas, los líderes europeos de repente parecen dispuestos a ampliar las fronteras de los poderes de Bruselas, tal vez mediante la reinterpretación de las normas de la UE. Algunos políticos de la UE están pidiendo que se elimine el requisito de unanimidad en las decisiones de política exterior a favor de una «mayoría cualificada». Como explicó Josep Borrell, jefe de política exterior de la UE, «Sería mejor adoptar una posición fuerte y sustancial por mayoría en lugar de adoptar unánimemente una posición débil con poca sustancia». Tal cambio requeriría el acuerdo unánime de los estados miembros de la UE, un resultado poco probable en este momento. Pero la pandemia de COVID-19 ha dado nueva vida a la alianza franco-alemana, que históricamente ha abogado por una UE más fuerte. Si la UE, obstaculizada por su sistema híbrido, no puede forjar un enfoque más fuerte y cohesivo de la política exterior, los líderes de la UE, especialmente los franceses y alemanes, pedirán reformas con más fuerza que nunca.

LOS EUROPEOS MIRAN A EUROPA

El despertar geopolítico de Europa no ha surgido completamente de la nada. A medida que la rivalidad entre Estados Unidos y China se intensificó durante la presidencia de Donald Trump, Europa comenzó a ajustar con cautela su enfoque a un mundo cada vez más definido por la competencia de grandes potencias. La Unión Europea comenzó a debatir la noción de “autonomía estratégica”, que exige que Europa defienda su soberanía y promueva sus intereses independientemente de Estados Unidos. Pero en medio de una pandemia, la autonomía estratégica parece menos un concepto para que los líderes de la UE debatan y más una política urgente de promulgar. En lugar de buscar un aliado estadounidense que se ha vuelto abusivo bajo Trump o una China cada vez más agresiva para el liderazgo global, los líderes europeos están descubriendo que tienen que mirar a Europa.

Parte de este cambio ha sido impulsado por la respuesta catastrófica de Estados Unidos al COVID-19 y por el derrame simultáneo de tensiones raciales en sus calles. El apoyo europeo a la alianza transatlántica ya había decaído como resultado de los excesos de la «guerra contra el terror» de Estados Unidos, la fallida invasión de Irak y la crisis financiera de 2008. Pero los recientes fracasos de la administración Trump plantean preguntas más profundas sobre la capacidad básica de Estados Unidos para gobernarse a sí mismo. A los políticos europeos les preocupa que incluso si el exvicepresidente Joe Biden gana la Casa Blanca en noviembre, Estados Unidos estará tan preocupado por los desafíos internos que es posible que Europa no pueda depender del liderazgo global de Estados Unidos.

Pero el cambio en las perspectivas de Europa también es una respuesta a China. Europa había visto a China durante mucho tiempo principalmente a través de una lente económica. Espera que la apertura y el comercio conduzcan a la liberalización política e incluso a la democratización en China. Pero a medida que floreció la economía de China, su política se restringió aún más. La apertura demostró ser una calle de un solo sentido, lo que provocó que aumentara la frustración con las prácticas comerciales desleales de China en Europa, tal como lo hizo en Estados Unidos. La pandemia hizo que la opinión pública europea se volviera decisivamente contra China. Pekín trató de ocultar los orígenes del virus y, una vez que logró controlar la enfermedad en casa, se embarcó en una agresiva campaña de diplomacia de «guerreros lobos» que alarmó y alienó a los europeos.

Europa está entrando en esta nueva década con más confianza en su unión y menos en los demás.

Si las percepciones cambiantes de Estados Unidos y China han influido en la repentina asertividad de Europa en la política exterior, también lo han hecho las percepciones europeas de sí misma. COVID-19 ha convencido a una gran mayoría de europeos de la necesidad de una mayor cooperación de la UE. Al sentir el cambio en el sentimiento popular, los líderes europeos tomaron medidas económicas dramáticas. Europa está entrando en esta nueva década con más confianza en su unión y menos en los demás.

¿UN SIGLO EUROPEO?

La UE no se convertirá en una superpotencia de la noche a la mañana y es posible que nunca lo haga. El gran proyecto de construir una unión federal puede seguir siendo un trabajo perpetuo en progreso. La UE todavía se enfrenta a tremendos desafíos internos, desde los políticos populistas y la continua fortaleza del estado-nación, desde la divergencia económica entre el norte y el sur, y desde un déficit democrático interno que invita al escepticismo justificado de Bruselas. Pero no cabe duda de que Europa saldrá de esta crisis como un actor global más fuerte y unificado.

Esas son buenas noticias para Estados Unidos. Europa puede ser un socio importante de Estados Unidos, especialmente a medida que se intensifica la rivalidad de Estados Unidos con China. Washington debería alentar el ascenso de Europa donde pueda. También debería dejar de obsesionarse con lo que le falta a Europa, como ejércitos capaces. En cambio, debería centrarse en lo que tiene Europa: un cuerpo diplomático eficaz, la economía más grande del mundo y un prestigio mundial en aumento. Puede que el siglo XXI no sea un siglo europeo, pero para que sea un siglo liberal, Europa tendrá que desempeñar un papel de liderazgo.

El fin de la ilusión estadounidense

Trump y el mundo tal como es

Desde el final de la Guerra Fría, la mayoría de los políticos estadounidenses se han visto seducidos por una serie de ilusiones sobre el orden mundial. En cuestiones críticas, han visto el mundo como desearían que fuera y no como es realmente. El presidente Donald Trump, que no es producto de la comunidad de política exterior estadounidense, no trabaja bajo estas ilusiones. Trump ha sido un disruptor, y sus políticas, informadas por su perspectiva heterodoxa, han puesto en marcha una serie de correcciones largamente esperadas. Muchos de estos ajustes necesarios se han tergiversado o malinterpretado en los debates partidistas mordaces de hoy. Pero los cambios que ha iniciado Trump ayudarán a garantizar que el orden internacional siga siendo favorable a los intereses y valores de Estados Unidos y a los de otras sociedades libres y abiertas.

A medida que el primer mandato de la administración llega a su fin, Washington debería hacer un balance del desmoronamiento posterior a la Guerra Fría.

Repensar y reordenar el territorio deberá ser el deber ser sanmartiniano para la política nacional.

En 2018, la Jefatura de Gabinete del presidente Macri encargó al economista Levy Yeyati recopilar y ordenar las opiniones de los intelectuales y pensadores argentinos sobre el futuro de la Argentina. Había una diversidad de personas ligadas al oficialismo de entonces o a los grandes medios de comunicación, es decir, de derecha, de centro y de “progresistas” que emitieron sus opiniones.

Llamativamente, ninguno mencionó al territorio, basamento esencial de la nación en cualquier circunstancia. Tampoco se mencionó el mar, la Antártida, las Malvinas, las regiones, la coparticipación, las cuencas hídricas ni nada vinculado a la infraestructura. Como si los habitantes del país vivieran en el limbo, ratificando la observación de Arturo Jauretche cuando, refiriéndose a Echeverría y la Generación de 1837, se consideraran ciudadanos del mundo occidental en medio del bloqueo anglofrancés a la Argentina conducida por Juan Manuel de Rosas.

Increíblemente, en enero de este año, el mismo organismo recabó las opiniones de “intelectuales” de hoy, esta vez ligados al actual oficialismo y los grandes medios de comunicación, donde, nuevamente estos pensadores más “progresistas” y de izquierda se olvidaron del territorio argentino, sus problemas, potencialidades, crisis recurrentes que la aquejan.

La actual desgraciada pandemia, cual bomba radioactiva, desnudó las fortalezas naturales de sus regiones y habitantes y las áreas más críticas de su geografía, en especial el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) que en el 2% del territorio continental concentra más del 40% de su población, con casi el 50% por debajo de la línea de la pobreza, donde se concentra el 50% de la actividad industrial y con un archipiélago de “islas” de lujo y ostentación pegadas a más de mil villas miserias, como jamás se vio en el país en más de un siglo. Esta región, además, consume casi la mitad del presupuesto nacional y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), concentra las dos terceras partes del ahorro monetario.

Repensar el territorio, su estructura e instituciones (de las provincias Unidas a la República Argentina)

Las grandes crisis generan oportunidades y nada impide pensar al futuro de Argentina para trazar una ruta de políticas y planes para las próximas décadas.

Ya vimos las miradas de los “intelectuales” que desde una visión porteña del país no han sabido transmitir, en cuatro décadas de democracia un horizonte ESTRATÉGICO. Argentina es aún una AVENTURA para descubrir y desarrollar, en la medida que su densificación y expansión aún es inconclusa. Tiene su territorio económico y humano deformado, concentrado en el AMBA donde el 2% de su superficie concentra más del 40% de su población. Hoy el Conurbano, con islas de prosperidad y miseria pegadas unas a otras, muestran el horror de la pobreza, la violencia social y la no realización de sus habitantes (la erradicación de la actual pandemia muestra sus vulnerabilidades) en la medida, además, que el 85% del territorio continental está libre del virus.

A principios del siglo XX, cruzó la cordillera para llegar al Pacífico, hizo las primeras centrales hidroeléctricas de América en las Sierras de Córdoba. En los últimos 30 años del siglo XIX, incorporó 1,5 millones de km2 a su ecúmene (Patagonia y Chaco). Tiene la primera hidrovía de convoyes de empuje de América Latina. La Argentina tuvo en 1950 el 2° PBI de América después de Estados Unidos. También empezó su desarrollo atómico hasta la fecha; implementó la primera industria aeronaval y espacial de la región. Todo este magnífico esfuerzo lo hicieron 4 millones de habitantes en 1900 y 17 millones en 1950.

Su sistema educativo fue el primero de América. Sus universidades alumbraron premios Nóbeles en ciencia, hicieron la Reforma Universitaria en 1918 y la universidad gratuita en 1950, pero su institucionalidad y moral política se fue deteriorando en el último medio siglo y se estancó su desarrollo y profesionalidad. El avance de la INCULTURA y DESNACIONALIZACIÓN afecta a gran parte de sus estratos dirigentes.

Algunos lineamientos estratégicos

En 1947, luego de la URSS, Argentina desarrolló el Primer Plan Quinquenal del Desarrollo del cuan aún se ven sus huellas. NADA IMPIDE que la comunidad pensante y patriota trace hoy lineamientos estratégicos para los próximos 50 años y que en esta nota tan solo mencionaremos.  

El marco mundial pospandemia Covid-19

Sus principales características podrían ser:

A. Si bien habrá cambios, los grandes actores mundiales seguirán influyendo y los Estados Unidos, China, Rusia y las multinacionales pluripropósitos, en especial el capitalismo financiero internacional que representa hoy un tercio del Producto Bruto mundial, seguirán teniendo una enorme influencia.

B. La sociedad está cambiando, poniendo en la mujer creciente responsabilidad, la juventud planetaria (50% del total mundial con menos de 20 años).

C. Ya estamos transitando una nueva Revolución Tecnológica con inteligencia artificial, creciente robotización, nanotecnología y superconductores con nuevos metales y aleaciones.

D. La humanidad alcanzará los 9500 millones de habitantes en 2050 y las migraciones continuarán (siendo Argentina uno de los destinos predilectos).

E. La representación política cambiará y los sistemas del siglo XIX y XX se marchitarán. El cambio climático y las enfermedades reforzarán los sistemas de salud comunitarios, pero, como así también, la Seguridad y la Defensa. El Estado de bienestar será una utopía a recuperar.

F. Se buscará limitar, en una lucha solapada y sin cuartel al capitalismo financiero, promoviendo el salario universal e impulsando la creatividad productiva. Se discutirá duramente el sistema financiero y los patrones monetarios universales.

G.  Se completará hacia fin de siglo, los espacios anecuménicos y cobrarán valor los espacios semivacíos templados. Se explotarán las calotas polares, el océano en sus tres dimensiones y el espacio exterior.

H. Las Fuerzas Armadas serán multidimensionales, flexibles y ligadas al sistema científico-tecnológico.

I. América del Sur y sus mares adyacentes serán reservas estratégicas de la humanidad como lo augurara Perón en 1952.

La Argentina

Repensar y reordenar el territorio deberá ser el deber ser sanmartiniano para la política nacional. A título ilustrativo señalamos:

A. El problema de la descentralización del AMBA, que, en nuestro criterio, se deberá hacer con un esquema de ciudades satélites a unos 250 km de la CABA, con eficientes transportes e incentivos fiscales para la “corona” (desde Zárate/Campana, pasando por San Antonio de Areco, Chivilcoy, Chacabuco, Bragado, Saladillo, 25 de Mayo, Chascomús y la subregión bahía de Samborombón). El Conurbano, dentro de la provincia de Buenos Aires, deberá tener un estatus jurídico institucional especial, como lo fue, la ley Cafiero 1997 para la CABA , en donde se deberán consolidar espacios verdes, sin crecimiento horizontal y vertical), por ley de Congreso.

B. Volver a pensar el traslado de la capital de la República no necesariamente de los tres poderes del estado como proyecto movilizador.

C. Descentralizar las grandes empresas nacionales como ferrocarriles, vialidad nacional, la ANAC y otros.

D. Densificar con incentivos a la INVERSIÓN local y extranjera en el interior de los espacios semivacíos del Norte Grande y la Patagonia.

E. Se deberá hacer de la Cuenca del Plata un organismo multifuncional con representantes estatales y provinciales dependientes del Poder Ejecutivo Nacional definiendo un Plan Estratégico para la misma.

F. Generar un Espacio-Plan o Región-Plan del Atlántico Sur argentino, priorizando en la producción, exploración y vigilancia del Mar Argentino en su plataforma.

G. Deberemos seguir desarrollando una Política Antártica con el impulso del período 1947-1966 que consolide indiscutiblemente los derechos argentinos.

H. Las Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur tendrán tratamiento diplomático, científico y militar específico dentro de la órbita de la Cancillería y el Poder Ejecutivo Nacional.

I. Impulsar la estructura energética argentina, propiciando una matriz apoyada en energías limpias, abundantes en el territorio argentino, sin olvidar los esquistos bituminosos patagónicos.

J. El poder aéreo debe garantizar la soberanía argentina hasta la estratósfera y transformar la Fuerza Aérea Argentina en una fuerza aeroespacial definitivamente.

K. La Defensa Nacional del enorme patrimonio actual y potencial argentino debe estar preparado para un marco de INCERTIDUMBRE ESTRATÉGICO, con un presupuesto que sea el promedio de los últimos 70 años.

L. El sistema de transporte, definitivamente, deber ser multimodal recuperando la planificación estratégica de los ferrocarriles, las hidrovías y los pasos fronterizos.

M. El sistema científico-tecnológico, en su máxima jerarquía institucional y presupuestaria deber ser la base de un nuevo despliegue argentino.

N. Las comunicaciones y la cibernética deberá tener un tratamiento especial dada la alta sensibilidad y vulnerabilidad del tema en todos los ámbitos.

Ñ. El modelo de crecimiento debe apuntar a las ventajas comparativas del país estimulando el ahorro interno para la producción local y el ahorro externo para la infraestructura.

O. El principal peligro para fin de siglo es el cambio climático. Argentina fue pionera en tener una Secretaria de Medio Ambiente en 1974. La jerarquización del área y la presencia de científicos es indispensable en su conducción.

Q. La educación de calidad y un gran desarrollo de la Cultura nacional son los marcos del éxito y la de la mejor marca política argentina. Todo el esfuerzo cultural y económico en el l tema será poco, porque de sus potencialidades surge el SER ARGENTINO y su conciencia nacional.

A modo de primeras conclusiones

Quizás será este un momento bisagra en la historia argentina. Es el momento en el cual se debe lanzar un Plan Estratégico Nacional consensuado en lo técnico y en lo político. Tenemos el ejemplo de 1947, 1952 y 1974 donde opinaron casi todos los sectores nacionales. El país, como en tantos períodos de la historia, está partido en dos, como en 1810, 1827, 1852, 1880, 1919, 1943, 1945, 1955, 1966 y 1976. La unidad nacional (de las mayorías) se construye con políticas y metas comunes.

Debemos priorizar el problema del AMBA en primer lugar. Luego, el sistema financiero, la reforma tributaria, el abastecimiento energético, los problemas del cambio climático, la ocupación del territorio semivacío y afianzar la CONCIENCIA ARGENTINA a partir de los valores nacionales y sus prototipos, como Belgrano, San Martín, los nóbeles científicos, nuestra música, especialmente el tango que ya es marca universal de argentindad y del Río de La Plata.

Argentina tiene una nueva oportunidad.

Sobre el autor 

Adolfo Koutoudjian es Licenciado en Geografía por la Universidad de Buenos Aires (UBA). En el área docente se desempeña como profesor de Geopolítica en la Facultad de la Defensa Nacional, la Escuela Superior de Guerra Conjunta de las Fuerzas Armadas y la Escuela de Guerra Naval; y como profesor invitado, en el Departamento de Geografía de la UBA. Es autor del libro Geopolítica Argentina (en prensa) y Geopolítica del Mar Argentino (2015).

PUBLICADO EN: https://elpaisdigital.com.ar/contenido/argentina-no-hay-nacin-sin-territorio/27323?fbclid=IwAR3Wul-QogC-3zd0LqmQByPhDkEwCV9har0UalEDbf08-4fMhiCDR2e6rzs

EE. UU. cambió al islamismo radical por el Partido Comunista Chino en el rol de ‘demonio’ a vencer.

Muchos cristianos evangélicos blancos en Estados Unidos están convencidos de que Dios ha dado a su país la misión de salvar al mundo. Influida por esta mentalidad de cruzada, la política exterior de Estados Unidos ha oscilado muchas veces entre la diplomacia y la guerra. Y hay riesgo de que lo vuelva a hacer.

El mes pasado, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, lanzó otra cruzada evangélica, esta vez contra China. Pronunció un discurso extremista, simplista y peligroso, que puede poner a Estados Unidos en una senda de conflicto con aquel país.

Según Pompeo, el presidente chino Xi Jinping y el Partido Comunista de China (PCCh) tienen un “viejo deseo de hegemonía mundial”. Hay ironía en esta afirmación. Sólo un país (Estados Unidos) tiene una estrategia de defensa que estipula ser la “principal potencia militar del mundo”, con “equilibrios de poder regionales favorables en el Indo-Pacífico, Europa, Medio Oriente y el hemisferio occidental” En cambio, el plan de defensa de China establece que “nunca seguirá el trillado camino de las grandes potencias en pos de la hegemonía”, a lo que añade: “Conforme la globalización económica, la sociedad de la información y la diversificación cultural evolucionan en un mundo cada vez más multipolar, la paz, el desarrollo y la cooperación mutuamente ventajosa seguirán siendo la tendencia irreversible de los tiempos”.

Si Trump pierde, nadie volvería a pensar en el discurso de Pompeo. Los demócratas criticarán a China,
pero sin exageraciones. Pero si Trump gana, ese discurso puede ser un preanuncio del caos

Armas y política exterior

Es imposible no pensar en la admonición de Jesús: “¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver con claridad para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mateo 7:5). En 2019, el gasto militar total de los Estados Unidos ascendió a 732 000 millones de dólares, casi el triple de los 261 000 millones que gastó China.

Además, Estados Unidos tiene unas 800 bases militares en el extranjero, mientras que China tiene una sola (una pequeña base naval en Yibuti). Muchas de las bases militares estadounidenses están cerca de China, que no tiene ninguna cerca de Estados Unidos.

En el arsenal estadounidense hay 5.800 ojivas nucleares; China tiene unas 320. Estados Unidos tiene 11 portaaviones; China tiene uno. Estados Unidos inició en los últimos 40 años muchas guerras en países distantes; China no inició ninguna (aunque se la criticó por diversas escaramuzas fronterizas, la más reciente de ellas con la India, que no llegan a ser guerras).

En los últimos años, Estados Unidos rechazó o abandonó varias veces tratados y organismos de las Naciones Unidas, incluidos la Unesco, el Acuerdo de París sobre el clima y, hace poco, la Organización Mundial de la Salud, mientras que China apoya los procesos y organismos de la ONU. El presidente estadounidense Donald Trump amenazó hace poco con sanciones al personal de la Corte Penal Internacional.

Pompeo despotrica contra la represión china de la población uigur, mayoritariamente musulmana, pero el ex asesor de seguridad nacional de Trump, John Bolton, afirma que Trump avaló en privado las acciones de China, e incluso, que las alentó.

(Le puede interesar: ¿Puede llegar a ser grave la ‘Guerra Fría’ entre China y EE. UU.?).Todavía hay un abismo

El mundo prestó poca atención al discurso de Pompeo, que no presentó pruebas de la presunta ambición hegemónica de China. El hecho de que China se oponga a la hegemonía de los Estados Unidos no implica que la quiera para sí. De hecho, fuera de los Estados Unidos, pocos creen que China busque el dominio global. Los objetivos nacionales explícitos de China incluyen alcanzar la condición de “sociedad moderadamente próspera” en 2021 (centenario del PCCh) y “país plenamente desarrollado” en 2049 (centenario de la República Popular).

Además, se calcula que en 2019 el PIB per cápita de China fue 10.098 dólares, menos de un sexto que Estados Unidos (65.112 dólares), lo cual mal puede servir de base a la supremacía mundial. China todavía tiene mucho camino que recorrer para alcanzar tan siquiera sus objetivos de desarrollo económico básicos.

Suponiendo que Trump pierda la elección presidencial de noviembre, es probable que nadie vuelva a pensar en el discurso de Pompeo. Los demócratas también criticarán a China, pero sin las exageraciones descaradas del secretario de Estado.
Pero si Trump gana, ese discurso puede ser un preanuncio del caos.

Los excesos fanáticos de Pompeo tienen profundas raíces en la historia de EE. UU. Los colonos protestantes creían estar fundando un Nuevo Israel en la nueva tierra prometida, con la bendición de Dios.

Una doctrina vieja

El evangelismo de Pompeo es real, y hoy los evangélicos blancos son la base política del Partido Republicano.

Los excesos fanáticos de Pompeo tienen profundas raíces en la historia de los Estados Unidos. Como explico en mi reciente libro A New Foreign Policy (‘Una nueva política exterior’) los colonos protestantes ingleses creían estar fundando un Nuevo Israel en la nueva tierra prometida, con la bendición providencial de Dios.

En 1845, John O’Sullivan acuñó la expresión “destino manifiesto” para justificar y celebrar la violenta anexión estadounidense de Norteamérica. En 1839 había escrito: “Esta será nuestra historia futura, establecer en la Tierra la dignidad moral y la salvación del hombre; la inmutable verdad y beneficencia de Dios. Para esta misión bendita a las naciones del mundo, excluidas de la vivificante luz de la verdad, ha sido elegida América (…)”.

Basándose en estas visiones exaltadas de una beneficencia propia, Estados Unidos cometió esclavización masiva hasta la Guerra Civil y apartheid masivo después; masacró a los nativos americanos durante el siglo XIX y los subyugó después; y clausurada la frontera del oeste, extendió el “destino manifiesto” a ultramar. Más tarde, con el inicio de la Guerra Fría, su fervor anticomunista lo llevó a librar desastrosas guerras en el sudeste de Asia (Vietnam, Laos y Camboya) en los sesenta y setenta, y guerras brutales en Centroamérica durante los ochenta.

De pronto, la supuesta amenaza existencial del Islam radical ha sido olvidada, y la nueva cruzada apunta al PCCh

Cambio de villano

Después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, el celo evangélico se dirigió contra el ‘Islam radical’ o ‘fascismo islámico’, con cuatro guerras electivas (en Afganistán, Irak, Siria y Libia) cuyos efectos desastrosos todavía perduran. Pero de pronto la supuesta amenaza existencial del Islam radical ha sido olvidada, y la nueva cruzada apunta al PCCh.

Pompeo es un intérprete literal de la Biblia convencido de que el fin de los tiempos, la batalla apocalíptica entre el bien y el mal, es inminente. Sus creencias están descritas en un discurso que dio en 2015, siendo congresista por Kansas: Estados Unidos es una nación judeocristiana, la más grande de la historia, cuya misión es dar las batallas de Dios hasta el día del Arrebatamiento, cuando los seguidores de Cristo renacidos, como Pompeo, serán llevados al cielo para el Juicio Final.

Los evangélicos blancos sólo son un 17% de la población adulta de los Estados Unidos, pero suman alrededor del 26% de los votantes. Votan mayoritariamente por los republicanos (se estima que en 2016 lo hizo el 81%), lo que los convierte en el bloque de votantes más importante del partido. Eso les confiere una fuerte influencia sobre las administraciones republicanas, en particular en política exterior si los republicanos controlan la Casa Blanca y el Senado (con el poder de ratificar tratados). Nada menos que el 99% de los congresistas republicanos son cristianos, de los que alrededor del 70% son protestantes, lo que incluye una proporción significativa pero desconocida de evangélicos.Elecciones cruciales

Los demócratas, por supuesto, también dan refugio a algunos políticos que proclaman el excepcionalísimo estadounidense y lanzan cruzadas militares (por ejemplo, las intervenciones del presidente Barack Obama en Siria y Libia). Pero en general, el Partido Demócrata está menos ligado a pretensiones de hegemonía estadounidense que la base evangélica del Partido Republicano.

La inflamatoria retórica antichina de Pompeo puede volverse todavía más apocalíptica en las próximas semanas, aunque solo sea para enardecer a la base republicana antes de la elección.

Si como parece probable, Trump es derrotado, el riesgo de una confrontación con China se alejará. Pero si sigue en el poder, ya sea por victoria electoral auténtica, fraude o incluso golpe de Estado (todo es posible), es probable que la cruzada de Pompeo continúe, y bien podría llevar al mundo al borde de una guerra que las palabras de Pompeo anticipan y que, tal vez, en la realidad, esté buscando.

Jeffrey D. Sachs es Profesor de Desarrollo Sostenible y director del Centro de Desarrollo Sostenible en la Universidad de Columbia. También es director de la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

FUENTE: https://www.eltiempo.com/mundo/la-peligrosa-cruzada-evangelica-de-estados-unidos-contra-china-529896

Por Emanuel Pietrobon & Juan Martin G. Cabañas – 24/08/2020

Introducción

Articulo Publicado en el sitio de nuestro Socio Estrategico de Italia «Vision&Global Trends; En este briefing informativo abordaremos la transformación georreligiosa que vive América Latina:

Un breve análisis de un papado excepcional

Siete años después de la elección del Papa Francisco al trono papal, ¿ha logrado la Iglesia católica detener el avance del protestantismo? Han pasado siete años desde que Jorge Mario Bergoglio asumió el mando del trono petrino, eligiendo el nombre de Francisco y convirtiéndose en el primer pontífice del llamado Sur global.
Los tres pilares que han caracterizado el fenómeno Francis desde sus inicios:

La lucha contra el clericalismo problemático, profunda revisión de la jerarquía eclesiástica; un enfoque geopolítico pasó del Occidente moribundo y ahora poscristiano a todos aquellos teatros que luchan por la transición a un orden multipolar, como Rusia, China e Irán; Este rumbo de dirección lo han convertido en víctima de una gigantesca operación propagandística por parte de la Casa Blanca y el sector conservador de la propia iglesia (del que Bannon ha sido un gran interlocutor entre los dos) que pretendía desprestigiar su imagen y obra ante los ojos de la Iglesia. fiel.

La visión de Francis es incómoda y peligrosa para el status quo liberal y centrado en Estados Unidos; por eso se ha lanzado una campaña contra él, que será recordado por la posteridad como uno de los papas más revolucionarios de la historia de la Iglesia católica.

Los éxitos logrados en siete años han sido múltiples: el acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC, la estrella ejercida sobre la administración Obama que llevó a la normalización de las relaciones entre la Casa Blanca y Cuba y el acuerdo nuclear iraní, el virtual fin del cisma entre catolicismo y ortodoxia, el establecimiento de un diálogo intenso y constructivo con los principales representantes del islam sunita con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los cristianos en el mundo musulmán y, por último en orden temporal, el acuerdo sobre el nombramiento de obispos con China, concebida como la primera etapa de un largo camino que podría terminar con el pleno reconocimiento de la Iglesia católica en el país.

En dos teatros geopolíticos, sin embargo, la agenda papal no produjo resultados; al contrario, sufrió un revés.

 El primero es Europa, escenario en el que, sin embargo, Bergoglio ha mostrado cierto desinterés desde su ascenso al trono papal, porque tal vez es consciente de la inevitabilidad de su transformación poscristiana.

El segundo es América Latina, cuna del Papa, el continente más católico, que en las próximas décadas se prepara para ser más protestante. Aquí, desde la Guerra Fría, se ha estado produciendo un enfrentamiento georreligioso clandestino entre el Vaticano y los Estados Unidos, peleado con Biblias, que está reescribiendo la identidad de la América Ibérica.

Los fieles católicos han disminuido en todas partes, desde Río Grande hasta Tierra del Fuego en el contexto del aumento simultáneo de protestantes de tipo evangélico y pentecostal. También han sido elegidos los primeros jefes de estado de fe evangélica, como Jimmy Morales en Guatemala, Jair Bolsonaro en Brasil, una Janine Añez en Bolivia (país donde los neopentecostales jugaron un papel importante en el golpe de Estado contra Evo Morales).

El evangelicalismo anglosajón puede considerarse una buena arma (espiritual) para la consolidación de la Hegemonía; dada su maleabilidad por la ausencia de una estructura de arriba hacia abajo encabezada por una autoridad suprema (puede producir cientos de “ franquicias religiosas ” en cuestión de un año).

Numerosos líderes evangélicos del Sur global se han formado profesionalmente (adquiriendo las nociones de tele-evangelización made in USA), doctrinal e ideológica en los Estados Unidos – como Edir Macedo, el fundador de la muy poderosa -Universal Church of the Kingdom. de Dios – y han sido ayudados en la difusión inicial de las iglesias, convirtiéndose en promotores de un mensaje teológico radicalmente diferente a los de origen católico: la teología de la prosperidad.

Bajo la bandera de esta teología, según la cual la constancia en la manifestación de la fe sería recompensada por Dios a través de la riqueza, personajes polémicos como Cash Luna, fundador de la Casa de Dios en Guatemala, o Macedo, han podido acoger a todos aquellos. Católicos (especialmente pobres) que, sintiéndose traicionados por la guerra que libró la Santa Sede contra los teólogos-revolucionarios y guerrilleros-sacerdotes latinoamericanos de la Guerra Fría, huyeron en masa de la Iglesia Católica. El error histórico de no haber entendido la teología de la liberación, la incapacidad para afrontar la secularización y los escándalos sexuales y económicos, llevó al colapso de la población católica latinoamericana.

El origen del fenómeno georreligioso
El auge del evangelicalismo, que es un término de uso generalizado (pero deberíamos hablar de neopentecostalismo) es el resultado de varios procesos sostenidos en el tiempo que terminaron en una verdadera revolución. Podemos reconectar el nacimiento de “ un plan ” a principios del siglo XX con la fundación de la Iglesia Episcopal Metodista Africana. Pero en ese momento el objetivo no era América Latina. Dos hechos han dado un gran impulso a esta revolución. El primero ocurrió a mediados de siglo: la caza de misioneros protestantes de China a raíz del triunfo del maoísmo. El segundo ocurrió en la década de 1980: la popularización del evangelismo a través de la gran prensa y las comunidades de base.

El evangelismo es una rama del protestantismo y se caracteriza por una serie de creencias, entre ellas el rechazo de la autoridad papal y el apostolicismo (la falta de una autoridad centralizada), una concepción diferente del Espíritu Santo, la teología de la prosperidad y la doctrina de la espiritualidad. guerra.

La situación actual

En 2014, con datos del Pew Research Center en la mano, la población latinoamericana abiertamente católica había caído al 69%, un 23% menos de fieles desde 1970, mientras que los protestantes evangélicos habían crecido del 9% al 19% de la población total. El colapso afecta a todos los países del subcontinente, pero fue particularmente fuerte en Brasil: el Instituto Datafolha estimó que en el período 1970-2016 los católicos disminuyeron en un 40%, pasando del 90% al 50% de la población, mientras que los evangélicos han convertido en el 29% de la población y la mitad de ellos afirman ser ex católicos.

Es una » curiosa » coincidencia que la decatolicización fuera particularmente fuerte hacia Brasil: la primera potencia política y económica de América Latina, el país más católico del mundo, y potencial obstáculo para los intereses estadounidenses en el continente en virtud de su peso geopolítico, además Posteriormente, desaprobaron los dos gobiernos de Lula da Silva.

Ya en Latinoamérica el 25% de la población se identifica como evangélica y la mayor concentración se encuentra en Centroamérica, un verdadero baluarte, donde representan entre el 40% y el 50% de la población total de esos países.

¿Existe un contraste muy claro entre evangélicos y católicos en términos de preferencia electoral? ¿Por qué tienden a votar los católicos latinoamericanos?

Los evangélicos son bastante consistentes desde el punto de vista político: tienden a votar en bloque y muestran una preferencia por partidos que podríamos definir como neoconservadores y neoliberales. Esta preferencia viene dada por el hecho de que los evangélicos son socialmente muy conservadores.

Los católicos latinoamericanos votan en forma transversal: su papeleta va tanto a la derecha como a la izquierda. Estamos hablando de un universo mucho más amplio y diverso, que también enfrenta un proceso de secularización. El caso es que hay católicos conservadores y también progresistas. Debemos considerar el hecho de que la Teología de la Liberación (fuertemente identificada con la izquierda política) y la Teología del Pueblo (vertiente de donde proviene Francisco, identificada con una visión transversal de la política) nacieron ambas en el seno del catolicismo, mientras que la teología del la prosperidad nació del protestante.

Además, debemos considerar que el catolicismo ha influido mucho en las evoluciones políticas de la región, dentro de los movimientos políticos, con un marcado sentido popular y visión humanista, como en el caso del peronismo tradicional, al igual que en Europa ha habido Partidos Demócratas Cristianos como líderes. actores.

Situación actual en Argentina y Brasil

Los dos gigantes sudamericanos suelen marcar tendencia en el subcontinente. Analicemos sus situaciones:

En Brasil , los evangélicos representan ahora más del 25% de la población, mientras que en Argentina son alrededor del 15%. Pero en Argentina tenemos algo especial en comparación con Brasil: el factor agnóstico-ateo. Se elevan más rápido que los evangélicos y, de hecho, hay más agnósticos y ateos que evangélicos.

¿Qué ha hecho la Iglesia Católica para detener este declive? ¿Hubo un efecto Francesco o no?

La Iglesia ha iniciado un largo proceso de reforma tanto en términos de imagen pública, es decir, en su relación con los fieles, como de modernización de doctrina e instituciones, comenzando por los consejos y órganos que responden a la Santa Sede. Es un viaje que comenzó en la década de 1960 y que culminó con la elección del Papa Francisco.

La elección de un pontífice de América Latina no fue accidental, fue claramente estratégica. Sin embargo, la agenda de reformas se implementó con demasiada lentitud y resultó no ser suficiente. De hecho, el avance evangélico no se detuvo.

Un papel importante en este fracaso fue la dura represión de los sectores más modernizadores, populares y progresistas dentro de la iglesia, así como la renuencia a poner más énfasis en los sectores de base, como los “ curas villeros ” (los sacerdotes que están entre el pueblo). , en los barrios más pobres, en los barrios populares, el mismo Papa Francisco fue cura villero ).

¿Cuál es el secreto del ascenso evangélico? ¿Qué ofrecen que la Iglesia Católica fracasa o no tiene?

Las ventajas de los neopentecostales son: una comunicación más directa y efectiva con el público, para ser visto como algo nuevo, la peculiaridad de tener reglas mucho más flexibles para el reclutamiento del clero que los católicos (puede producir cientos de “ franquicias religiosas ”En cuestión de un año).  

Organización flexible, reglas de contratación flexibles, gran capital y difusión en los medios, sin limitaciones en una dimensión territorial: en la práctica no tienen los límites de la Iglesia católica.

La competencia: catolicismo contra evangelismo

Lo más probable es que la Iglesia católica continúe perdiendo fieles, pero esto no debe llevarnos a cometer un error: el declive católico no se traducirá necesariamente en términos favorables para el evangelismo. Esto se debe a que el agnosticismo, el ateísmo, las nuevas espiritualidades y otras religiones también están creciendo mucho. No es una pelea entre católicos y evangélicos como se describe a menudo, por lo que no puede haber un verdadero ganador.

Las consecuencias geopolíticas de la transición de sociedades católicas latinoamericanas a sociedades protestantes más americanizadas

Desde un punto de vista geopolítico, los evangélicos han demostrado en todos los países que se adhieren a un cierto tipo de política y apoyan a ciertos sectores que han estado típicamente cerca de los Estados Unidos de América (EE. UU.).

Su ascenso supondría claramente la consolidación del papel hegemónico de EE.UU. en el continente. Los evangélicos han brindado un fuerte apoyo a líderes como Bolsonaro en Brasil y Añez en Bolivia (tuvieron un papel destacado en el golpe contra Evo Morales), y han jugado un papel clave en la consolidación de las agendas neoconservadoras y neoliberales en la región. Procesos que algunos analistas latinoamericanos han llamado: la restauración conservadora .

El evangelismo podría ser realmente una clave importante para que Estados Unidos remodele constantemente el posicionamiento geopolítico de la región y consolide su hegemonía en todo el continente.

Emanuel Pietrobon, Universidad de Turín (Italia) – Escuela Superior de Economía en San Petersburgo (Rusia)

Juan Martín González Cabañas –  Analista de Vision & Global Trends. Instituto Internacional de Análisis Globales y Dossier Geopolítico

PUBLICACION ORIGINAL: https://www.vision-gt.eu/news/the-slow-decline-of-catholicism-in-latin-america/

Análisis Radial Semanal de Geopolitica de Carlos Pereyra Mele para el Programa: el Club de la Pluma, que conduce el Periodista Norberto Ganci por la Radio Web al Mundo. 

TEMAS:

Sigue profundizandose el conflicto entre Atlantistas (EEUU y socios) y Continentalistas (China y sus socios) conflicto que conduce a un mundo Bipolar nuevamente

A Política Internacional de la semana:

1 Bielorusia aumenta la conflictividad, Rusia está de acuerdo en establecer una posibilidad de solucionar el conflicto con la participación de la Unión Europea. 2 Golpe de Estado en la zona francófona: La República de Mali. 3 EEUU: Congreso Demócrata de USA elige la compañera de fórmula de Joe Biden Kamala Harris, mientras esto ocurría Esteve Bannon era detenido en EEUU, el creador del triunfo de Trump en las elecciones del 8 de noviembre de 2016. y creador de la Orden Negra de las derechas a nivel global. 4 El Triunfo diplomático de Irán sobre EEUU  en el Consejo de seguridad de la ONU.

B Análisis Geopolitico de hoy: Breve introducción a la Nueva Ruta de la Seda sobre la Europa de los 27.

CHINA: Proyecto Geopolitico (2013), que incluye: Rutas Terrestres, Ferroviarias, aeropuertos, Infraestructura vial, Puertos, oleoductos, etc, y acuerdos estratégicos mas amplios con los países donde se desarrolla la instalación del Proyecto que va mas allá de lo comercial, sino también: político, legal, legislativo, tecnológico, científico, cultural y en algunos casos militar; en  Asia, Europa, África que concluye en América del Sur, esto tiene una arista de financiamiento propio por fuera de los organismos tradicionales creados por el occidente tras la segunda Guerra Mundial, Una noticia: los trenes se incrementan sustancialmente llegando durante en plena pandemia, analizamos brevemente, las rutas terrestres y la marítimas, y sus alternativas. Cuales son los conflictos -debilidades- que le imponen los Poderes anglosajones para impedir este despliegue. Importancia del aumento de la potencialidad militar naval para frenar estos lineas desarrolladas del Plan de la Ruta de la Seda y el Cinturón.

Mas en:…

Con Bolsonaro y su antichinoismo la Ruta se modificara
El conflicto en los mares asia-pacifico

Entrevistado por el Programa de Tv: «Con sentido Comun» que conduce el Periodista Alfredo Guruceta, analizamos porque NO estamos en presencia de una nueva Guerra fria entre EEUU y China, sino en un enfrentamiento entre una Potencia declinante -EEU- y Una Potencia emergente -China-, que no tiene nada que ver con la guerra Idiologica y de sistemas economicas entre EEUU y la exURSS. Difundida por Canal «C» de Cordoba por el Sistema de Cablevision.

No hay pandemia que frene al tren chino en Duisburgo

La ciudad alemana, punto de llegada en el centro de Europa de la Nueva Ruta de la Seda, lucha por atraer capital en un clima de creciente tensión política con Pekín          

Los trenes chinos llegan cargados a Duisburgo. En el gran puerto interior de Europa recalan ahora incluso más convoyes procedentes de China que antes de la pandemia. “Las exportaciones chinas se han recuperado muy rápido. Ahora recibimos entre 45 y 60 trenes semanales”, explica Martin Murrack, responsable de Finanzas del Ayuntamiento de la ciudad alemana. Se trata de una cifra récord frente a los 35 de épocas anteriores. Mientras las relaciones diplomáticas entre Europa y China se tensan a raíz de la gestión de una epidemia que ha acabado por contagiar al mundo entero, a pie de vía las relaciones comerciales gozan de excelente salud. La Nueva Ruta de la Seda ha burlado a la pandemia a su llegada a Europa en tren.

La realpolitik se siente con especial intensidad en esta ciudad del oeste de Alemania. Aquí los chinos son una suerte de Míster Marshall al que las autoridades se esfuerzan por seducir. El maná asiático se concibe vital para la reconversión de esta antigua localidad minera de 500.000 habitantes, que no acaba de despegar y que de alguna forma representa el dilema de otras ciudades del continente, ávidas de inversiones chinas pero recelosas del impacto político en la protección de derechos y en la opinión pública que acompaña a la expansión asiática.

Duisburgo es la puerta de entrada a Europa de los trenes de la Nueva Ruta de la Seda, a través de la cual llegan mercancías chinas. Es el centro de distribución y desde aquí la mercancía se carga en otros trenes, barcos o camiones, que después recorren Europa. Italia, Francia, el Reino Unido o los países escandinavos son algunos de los destinos finales de los productos.

Noah Barkin, investigador del German Marshall Fund en Berlín, piensa que en Alemania “hay una gran divergencia entre el debate político, que se ha vuelto más crítico hacia China, y las relaciones económicas sobre el terreno”. Esa divergencia se acentúa con una pandemia que paralizó las economías europeas y las ha abocado a una recesión. “Alemania ve a China como una vía de salida de la recesión. China fue el primer país afectado [por la covid-19] y también el primero en superarlo. Las empresas alemanas tienen mucho interés en recuperar el comercio con China”, defiende.

Cuando estalló la pandemia, los trenes procedentes de Wuhan —uno de los cinco lugares de origen de los convoyes y zona cero de la covid— se pararon durante un par de semanas, pero enseguida reanudaron sus trayectos. “Mi impresión es que los chinos están produciendo más debido al virus para compensar el tiempo perdido”, explica Daniel Thomas, de la empresa Duisburg Intermodal Terminal (DIT), que trabaja en el puerto. Alemania, prosigue, recibe ahora más material médico, como un cargamento que ha llegado hace poco con destino al Reino Unido de mascarillas y trajes protectores para el personal sanitario. A cambio, llegan menos pequeños electrodomésticos y en general bienes de consumo, ante la mayor prudencia de los consumidores europeos.

El volumen de mercancías transportadas por tren es todavía mucho menor que por vía marítima, pero el repunte general de las importaciones procedentes de China resulta evidente. Los últimos datos de la oficina alemana de estadísticas indican que en junio la mayoría de las importaciones que llegaron al país procedían del gigante asiático, con un incremento de un 20,2% con respecto al mismo mes del año pasado y un 5,7% más que en los seis primeros meses de 2019. Además, las exportaciones de Alemania a China crecieron en junio un 15,4% en comparación con igual mes del pasado ejercicio, lo que significa que el comercio con ese país ya está jugando un importante papel en la recuperación de la economía alemana tras la pandemia.

La interdependencia económica entre China y Alemania es brutal. China fue en 2019 por cuarto año consecutivo el socio comercial más importante de Alemania. El año pasado, el comercio bilateral sumó algo más de 206.000 millones de euros, por delante de Estados Unidos y Holanda. Los datos de la Federación de la Industria Alemana (BDI) indican además que en China hay 5.200 empresas alemanas. La canciller alemana, Angela Merkel, ha viajado una docena de veces en visita oficial a China y ha dedicado a las relaciones con el gigante asiático un lugar central en la presidencia alemana de turno de la UE que arrancó el 1 de julio y termina a final de año. La gran cumbre UE-China, inicialmente prevista para septiembre en Leipzig, se ha pospuesto, de momento, a la espera de que la evolución del virus permita un encuentro físico.

Vínculos con Wuhan

Puede que en el resto de Europa Duisburgo apenas se conozca o como mucho evoque la suciedad y el grisú asociados al carbón, pero en China es al revés: es sinónimo de la Alemania del éxito y las oportunidades comerciales. La visita del presidente chino, Xi Jinping, a Duisburgo en 2014 puso para muchos de sus compatriotas a la ciudad germana en el mapa. Johannes Pflug, comisionado para las relaciones con China del Gobierno de Duisburgo, explica que por aquellos años los chinos habían estudiado varios países, pero finalmente se dieron cuenta de que la ciudad era el lugar idóneo al estar muy bien comunicada con el resto del continente. La ciudad era concebida como una suerte de cruce de caminos por carretera, avión, tren y también por río. Los Países Bajos quedan solo a media hora, Bélgica a una y Francia a dos y media.

Johannes Pflug, comisionado para la relaciones con China del Gobierno de Duisburg, en el Ayuntamiento de la localidad.

Duisburgo está hermanada con Wuhan, el foco inicial de la pandemia, desde 1982; es el hermanamiento más antiguo entre una ciudad china y una alemana. El Ayuntamiento tiene hasta una gran sala dedicada a Wuhan donde se exhiben los adornos y obsequios de las delegaciones oficiales chinas. Las empresas de Duisburgo van a China una vez al año. Y 60 delegaciones chinas visitan la ciudad alemana cada año.

Hasta 2013, Pflug, de 73 años, era portavoz de la comisión de Exteriores del Partido Socialdemócrata en el Bundestag y cuenta que entonces el embajador chino le dijo: “Tengo una sorpresa. ¿Ha oído hablar de la Ruta de la Seda? Queremos hacer de Duisburgo el punto de llegada”. Pflug continúa: “Viajamos a Chongqing y allí nos hicieron una presentación del proyecto y al final de la línea de tren aparecía Duisburgo. Pensamos que se habían equivocado, que igual querían decir Düsseldorf, pero no”. El 28 de marzo de 2014, llegaba el primer tren oficial desde Chongqing. Ahora los trenes parten de Xi’an, Wuhan, Yiwu y Shilong con un único destino: Duisburgo.

El tren tarda unos 16 días en llegar, dependiendo del punto de partida en China. El barco, mucho más barato, tarda entre 30 y 40 días. De China llegan productos electrónicos, ropa, juguetes, decoraciones navideñas… casi de todo. También motocicletas y bicicletas eléctricas, cada vez más demandadas en Europa. Pero el continente también exporta. Entre otras mercancías, piezas de automóviles, vino, cerveza y productos químicos. Alemania exporta máquinas textiles para fabricar ropa en China, que luego vuelve a Europa, trazando uno de esos círculos propios de las dinámicas globalizadoras. Los avances tecnológicos en forma de contenedores refrigerados a 16 grados centígrados han permitido ampliar el catálogo de los intercambios a productos perecederos.

En el puerto se ven numerosos contenedores, muchos con matrícula china. El continuo movimiento de grúas gigantes es la viva imagen de una gran factoría al aire libre en la que se abre paso una vía férrea a la que llegan los trenes de China. “La imagen de Pekín no ha empeorado con la crisis [sanitaria]. La gente no deja de querer productos chinos. El apetito por hacer negocios con China no ha cambiado”, explica Murrack. “Puede que haya una masa de gente que critique cómo ha gestionado China la pandemia, pero aquí no hay cambios respecto a nuestras relaciones”. Este político municipal considera además que algunas acusaciones son infundadas: “Se criticó el confinamiento decretado por el Gobierno de Pekín, pero luego en Europa hicimos más o menos lo mismo”.

Murrack se muestra consciente de que la estrecha cooperación con China, por muy necesaria que sea, no se halla exenta de críticas, pero recalca: “Aquí es distinto, porque no hemos vendido nada a los chinos. El puerto es 100% propiedad pública. Un tercio es de la ciudad y dos tercios del Estado de Renania del Norte-Westfalia, al que pertenece Duisburgo. No queremos vender las infraestructuras”. Hace alusión así a la experiencia del puerto del Pireo en Atenas, cuya mayoría accionarial la adquirió Pekín y asumió la gestión a raíz de la crisis financiera de 2008.

Reconversión industrial

Duisburgo se encuentra en la cuenca del Ruhr. Fue una de esas ciudades del oeste de Alemania que prosperó con la minería, pero que con la llegada de la reconversión industrial languideció. El desempleo se disparó y con él los problemas sociales y un cierto estigma, que todavía arrastra la región. Reemplazar el carbón y el acero por la logística, de la mano de los chinos, es una decisión estratégica que en Duisburgo están dispuestos a explotar al máximo, sin complejos. “Las compañías logísticas nos han ayudado mucho en ingresos y en puestos de trabajo. No tienen que ser puestos cualificados”, recuerda Murrack en su despacho del Ayuntamiento.

La gran terminal logística emplea a 6.000 trabajadores en medio de la nube de empresas asociadas a la gran infraestructura portuaria. Aún así, el desempleo roza el 12%, una cifra muy superior a la media nacional del 5,8%. Un paseo por la ciudad deja claro que no hay ni rastro del poderío económico que se respira en ciudades alemanas como Múnich, Hamburgo o la cercana Düsseldorf.

Erich Staake, consejero delegado del puerto de Duisburgo, considera que muchos en Europa “tienen miedo de las inversiones chinas” pero él cree, sin embargo, que son buenas para ellos. En pleno pico de la pandemia, cuando casi parecía que el mundo se iba a acabar, el máximo responsable del puerto de Duisburgo se mostraba optimista, sabedor del robusto vínculo comercial que les une con las ciudades asiáticas. Staake asegura que el objetivo del puerto es lograr más volumen y más contenedores de mercancías procedentes de China. En crisis como la actual, el tren gana en atractivo respecto al transporte marítimo, que es menos previsible y más lento. El gran centro logístico que dirige Staake se beneficia, de hecho, de la intersección fluvial entre los ríos Rin y Ruhr; y la infraestructura se asienta sobre las antiguas acerías.

“Ahora [el intercambio] funciona mucho mejor que hace unos años. Poco a poco se han desatascado cuellos de botella como el de la frontera con Bielorrusia por el ancho de vía”, asegura Daniel Thomas, de la empresa Duisburg Intermodal Terminal (DIT), que trabaja en el puerto. “A los chinos les interesan los negocios y saben que Europa es un buen destino para sus productos y que Alemania es una economía fuerte. Son muy pragmáticos y quieren tener una base en Europa. Hamburgo y Róterdam [en los Países Bajos] se centran más en el barco y Duisburgo, en el tren”, añade. Alemania es conocida además por ser un lugar seguro en el que los trabajadores tienen fama de ser eficientes.

Pflug es un gran defensor de la cooperación con China y ha visto cómo las relaciones con el gigante asiático han cambiado radicalmente en los últimos años. “Son un imán también para otras empresas que piensan: ‘Si vienen los chinos, nosotros también vamos”. Pflug explica que la balanza comercial poco a poco se va compensando. Que si antes el 70% eran trenes que llegaban cargados y apenas el 30% salían de Alemania rumbo a China, ahora la relación se aproxima más al 60%-40%. En el puerto aseguran, sin embargo, que de cada dos trenes que llegan, apenas uno parte de vuelta y no todos vuelven llenos.

Crecimiento estratégico

En el consistorio, el entusiasmo no decae. “Esto está creciendo muy rápido y queremos construir otro puerto. Creemos que en los años que vienen [la economía] crecerá mucho más. No es tan grande como la producción de acero, pero está creciendo y estamos interesados en que [los chinos] se sientan cómodos. El mercado chino todavía crece mucho comparado con Europa. Y sobre todo, hay un crecimiento estratégico en ciertos sectores, como en inteligencia artificial; y tenemos mucho interés en abrir el camino para las empresas de Duisburgo. Ellos a la vez tienen mucho interés en nuestra transición energética y en las [energías] renovables”, explica el número dos del consistorio.

Kai Yu es una gestora cuya misión es traer negocios chinos a la ciudad y asegura que han logrado captar al menos a 20 empresas en el último año, sobre todo dedicadas a la importación/exportación. En los últimos tres años ha recibido muchas peticiones de China, también para comprar oficinas, naves industriales y casas. “Cada vez hay más interés [hacia Duisburgo]” indica. Kai habla también de una creciente cooperación en sectores como la inteligencia artificial, por ejemplo, para coches autónomos.

La voluntad política de atraer a los inversores está ahí, pero que esa especie de Míster Marshall chino no pase de largo y se marche con sus mercancías a otra parte es el gran reto de la ciudad. Duisburgo explora su propio camino para conseguirlo. Pflug explica que ahora están en lo que denominan la Fase III, en la que la idea es que las inversiones chinas reviertan en la ciudad; y cita como ejemplo la construcción de dos hoteles y el proyecto de Trade Center, en marcha desde hace un año cerca del puerto. Ese camino es espinoso, sobre todo, en relación a su colaboración con Huawei, el polémico gigante de telecomunicaciones chino, enemigo declarado de Washington por el desarrollo de la red 5G. Los temores de que Pekín utilice la tecnología para espiar a sus rivales políticos y comerciales están también muy presentes en los Parlamentos del Viejo Continente, incluido el Bundestag alemán.

Estudiantes

Lo curioso, sin embargo, es que el fervor de los despachos por las relaciones con China apenas se siente en las calles de Duisburgo. Pflug cuenta que hay unos 2.000 estudiantes chinos en la zona, muy orientados a los negocios. Susanne Löhr, directora del Instituto Confucius de la cuenca del Ruhr, donde enseñan chino a los alemanes, matiza que los estudiantes chinos estaban en la ciudad antes de la Nueva Ruta de la Seda, que en esta zona hay muchos programas universitarios de ingeniería y que eso despierta mucho interés entre los chinos. “Preferiblemente van a Estados Unidos, pero las universidades alemanas tienen muy buena reputación y hay colaboración con universidades chinas”.

En la cafetería de la Universidad, en Essen, dos estudiantes alemanes mantienen un intercambio lingüístico con tres jóvenes chinas. Las chicas llegaron el año pasado de la Universidad de Wuhan. Una de ellas, Ruoheng Yuan, explica que podría haber ido a estudiar a Francia, pero que eligió Alemania porque la economía es fuerte. “Hay muchas empresas famosas alemanas en China y tienen muy buena reputación”. Conversa con ellas David Missal, un joven alemán que fue expulsado de Hong Kong, donde trabajaba como becario en una fundación de derechos humanos. A las puertas de la biblioteca hay un cierto goteo de rostros asiáticos que entran y salen con los libros debajo del brazo.

La guerra por atraer a los inversores chinos no solo se libra con otros países europeos, también con ciudades cercanas como Düsseldorf con un gran aeropuerto y una pujante comunidad china. Cuenta con otra gran ventaja para los chinos: una oferta gastronómica incomparable.

Hace dos años, Stefanie Meyer se animó a montar una empresa consultora, dedicada a la formación intercultural con China. Meyer había estudiado ciencias asiáticas y vivido en China. Cuando la ciudad decidió que quería convertirse en un polo logístico, crearon una red de empresarios interesados en contactar con potenciales inversores chinos. “Duisburgo quiere ser un lugar atractivo para los inversores chinos. La idea es atraer a más empresas con sus familias, que se instalen aquí. Poco a poco va sucediendo, pero hace falta tiempo. En China, tratan de mantener su riqueza dentro del país”. Meyer ayuda también a empresarios chinos a lidiar con la sociedad alemana. No siempre es fácil. “Los chinos se comunican de forma muy indirecta, pero los alemanes somos directos y podemos parecer bruscos y maleducados”.

Cuenta Meyer que hay también muchas diferencias a la hora de hacer negocios, que los chinos son hiperflexibles, mientras que los alemanes necesitan organizar todo con tiempo. “Objetivos, plazos, tareas asignadas… todo tiene que estar planeado”. Ahora tienen las esperanzas puestas en la nueva ley de inmigración alemana, que entró en vigor en primavera y que facilita la entrada de trabajadores cualificados. Meyer trabaja, entre otros, con hospitales alemanes para enseñarles cómo retener a los trabajadores chinos, para explicarles qué es lo que ellos valoran. “Los alemanes tienen que entender que para muchos trabajadores chinos la fábrica es también la familia”, asegura.

HUAWEI Y LA SEGURIDAD NACIONAL

En Duisburgo trabajan con tecnología china en un proyecto de Smart city, de ciudad inteligente, pero reconocen que todavía no está claro cuánto se puede implementar, porque no todo lo que funciona en China, como por ejemplo reconocimiento facial, es aplicable en Alemania. Otros proyectos como farolas inteligentes o sensores en los aparcamientos son más compatibles. Martin Murrack, responsable de Finanzas del Ayuntamiento de Duisburgo, piensa además que el viento sopla a su favor y que si algo ha evidenciado la crisis del coronavirus es “que la digitalización sea más importante todavía. Incluso los más escépticos, se han dado cuenta. Ha aumentado el teletrabajo y la necesidad de comunicarse de forma digital”.

Pflug deja claro que esta ciudad es un caso aparte. “Desde hace años cooperamos muy bien con Huawei. La UE y la OTAN deben decidir qué es lo relevante desde un punto de vista de seguridad y estratégico. Lo que no puede ser es que en Berlín se dediquen a predicar las bondades de la digitalización y luego vengan los periodistas a preguntarnos que qué pasa con los derechos humanos”.

En Duisburgo trabajan junto a Huawei en un proyecto de Smart city, de ciudad inteligente, pero reconocen que todavía no está claro cuánto se puede implementar de su tecnología, porque no todo lo que funciona en China, como por ejemplo reconocimiento facial es aplicable aquí. Otros proyectos como farolas inteligentes o sensores en los aparcamientos son más compatibles. Murrack piensa además que el viento sopla a su favor y que si algo ha evidenciado esta crisis es “que la digitalización sea más importante todavía. Incluso los más escépticos, se han dado cuenta. Ha aumentado el teletrabajo y la necesidad de comunicarse de forma digital”.

Pflug deja claro que esta ciudad es un caso aparte. “Desde hace años cooperamos muy bien con Huawei. La UE y la OTAN deben decidir qué es lo relevante desde un punto de vista de seguridad y estratégico. Lo que no puede ser es que en Berlín se dediquen a predicar las bondades de la digitalización y luego vengan los periodistas a preguntarnos que qué pasa con los derechos humanos”.

Publicado en El Pais https://elpais.com/internacional/2020-08-12/no-hay-pandemia-que-frene-al-tren-chino-en-duisburgo.html#?sma=newsletter_global20200817m 

Análisis Radial Semanal de Geopolitica de Carlos Pereyra Mele para el Programa: el Club de la Pluma, que conduce el Periodista Norberto Ganci por la Radio Web al Mundo. 

TEMAS:

Sigue profundizandose el conflicto entre Atlantistas (EEUU y socios) y Continentalistas (China y sus socios) conflicto que conduce a un mundo Bipolar nuevamente

A Política Internacional de la semana:

1 Toque de queda en Perú; 2 Biden aventaja por mas de 10 puntos en los 12 estados Bisagras; 3 EEUU y su guerra con China por Taiwán; 4 Bolsonaro niega los incendios en el Amazonas a pesar que la información satelital lo desmiente; 5 Kamala Harris candidata a Vicepresidente de Joe Biden; 6 Crece la tensión política y Social en Bolivia por la selecciones; 7 Tal como lo adelantamos en el anterior  informe (9/8/2020), crece la tensión post electoral en Bielorusia fogoneado por el Triángulo de Lublin; 8 Acuerdo de “PAZ’ entre los Emiratos Árabes Unidos e Israel auspiciado por los EEUU.

B Análisis Geopolitico hoy: Acuerdo estratégico entre una potencia Regional Irán y China 

Un Acuerdo de 25 años con tres áreas:

  • Infraestructuras, Combustibles Fósiles, Carreteras, Telecomunicaciones, Puertos.
  • Financiado lso 400 mil millones de dólares una parte 228 mil millones por el Banco de Infraestructura y Cooperación de Asia.
  • Cooperación en temas Culturales; Educativos; Científicos; Legales; Legislativos y MILITARES.

Toma importancia el Puerto de CHABAHAR que conecta con el corredor Teherán – Mashhad, que coordina las intercomunicaciones con Afganistán y el Puerto seco de Korger en Kazajistán.

Todo esto forma parte del Plan de la Nueva Ruta de la Seda, gran perdedor la India que pierde el manejo del Puerto de Chabahar y de los suministros de gas y petróleo Iranies con el oleoducto Iran-Pakistan-India.

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A 200km hacia el norte por la Costa Irani se encuentra el nuevo Puerto de Chabahar del Puerto de Guadar en Pakistan
Un Triangulo que tiene gran Influencia geopolitica sobre la Isla Euroasiatica China Iran Rusia