Javier Benitez entrevista al Director de Dossier Geopolitico Carlos Pereyra Mele
El canciller de Rusia, Serguéi Lavrov, saludó el interés de Turquía por acercarse a los BRICS. Asimismo, incidió en el atractivo de este grupo, cuya seña de identidad es el respeto a la Carta de la ONU. Mientras, el jefe de la Cámara de Comercio e Industria alemana afirmó que los signos de desindustrialización en el país son cada vez más claros.
El pragmatismo del sur global supera a Occidente
En una entrevista que concedió al periódico turco Hürriyet, Lavrov afirmó que Rusia es partidaria de ampliar los lazos de los BRICS con los países de la mayoría global, sobre todo, con los que apoyan el multilateralismo, llevan adelante una política exterior soberana e independiente, y no se suman a las sanciones unilaterales del Occidente colectivo.
“Saludamos el interés de Turquía por acercarse a los BRICS. Esto confirma el atractivo de la asociación basada en el respeto a la Carta de la ONU, la apertura, el pragmatismo y la no directividad frente a terceros”, declaró al medio turco el jefe de la diplomacia rusa.
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En opinión del director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, podemos observar al respecto que lo que antes atraía era un polo de concentración, o querer integrar una asociación que favoreciera a la nación que intentaba acceder a ella. “Hoy está claramente demostrado que la Unión Europea, en primer lugar, no es ni tanta unión, ni tan europea”.
Y mientras los países del sur global siguen avanzando en sus agendas de crecimiento y desarrollo, el jardín de Josep Borrell se marchita a pasos agigantados. Así, el director de la Cámara de Comercio e Industria alemana [DIHK], Martin Wansleben, afirmó que “los signos de desindustrialización son cada vez más claros”.
Mencionó que la principal representante de los trabajadores de VW, Daniela Cavallo, dijo que la compañía cerraría al menos tres fábricas en Alemania, despediría a 30.000 trabajadores, y recortaría los salarios en un 10%, y hasta un 18% en algunos casos. En este contexto, el 30 de octubre VW informó una caída en el beneficio neto del 64%, interanual, en el tercer trimestre, atribuible principalmente a las débiles ventas de sus automóviles en China.
Esto se produce tras meses de noticias igualmente escalofriantes. Ya en febrero el fabricante de electrodomésticos Miele dijo que trasladaría parte de su producción a Polonia, lo que afectará a 700 puestos de trabajo en Gütersloh, en Renania del Norte-Westfalia, la sede de la empresa familiar de 125 años de antigüedad. En tanto, Continental, proveedor de automóviles, está eliminando 7.000 puestos de trabajo y cerrando plantas. Por su parte, el fabricante de neumáticos francés Michelin está eliminando 1.500 puestos de trabajo en Alemania y cerrando fábricas. Y en julio, ZF Friedrichshafen, otro proveedor alemán de automóviles, informó que para 2028 eliminaría 14.000 puestos de trabajo.
“Todos estos datos vienen a echar por tierra toda una mitología que por lo menos se nos ha trasladado a los pueblos periféricos de la importancia que tenían los países centrales tradicionales que durante uno o dos siglos han estado controlando el desarrollo y las capacidades globales. Lo que está sucediendo en Alemania se va a ver replicado en otras regiones. Cuando se hacen esas deslocalizaciones de industrias, como en el caso citado de una empresa que se va a Polonia, allí no van a pagar mejores sueldos que en Alemania. Por supuesto que para que les dé ganancia, el recorte va a ir siempre al lugar más débil, que es la cadena de sueldos de sus operarios”, apunta Pereyra Mele.
Un nuevo estudio del DIHK de Wansleben está repleto de cifras alarmantes. En él se revela que un tercio de todas las empresas y dos quintos de las firmas industriales encuestadas tienen previsto reducir sus inversiones en Alemania. Solo un 19% de las firmas industriales califican su situación actual de “buena”, mientras que un 35% la califica de “mala”.
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